La Declaración Universal de Derechos Humanos distingue “hombres y ciudadanos”, porque existen claras diferencias: un hombre es todo ser humano que por el solo hecho de existir se le debe resguardar la vida, la alimentación, la familia, la salud, entre otros derechos similares. Un ciudadano es ese mismo hombre inserto en sociedad, en el pacto social que llamamos Estado, así los derechos universales además son el derecho de votar/ ser elegido, libertades económicas, de prensa, de opinión, de expresión, así como deberes inherentes a la convivencia, de honrar/defender la patria, la Constitución.
Un Estado democrático entonces debe estar constituido por una ciudadana en pleno goce de sus deberes y derechos, de un gobierno que sea garante de estos, sin limitantes, restricciones ni condicionantes.
La antítesis de Estados democráticos lo fueron la China y el Vietnam comunista, especialmente los de antes de la década de los 80, hoy abiertos a la economía de mercado, pero políticamente mantienen vigente el único objetivo del comunismo: la castración de los derechos políticos al pueblo a fin de asegurar el atornillamiento en el poder de élites todo poderosas. Ejemplo antidemocrático lato sensu también lo fue la Unión Soviética, hoy lo son Corea del Norte, Zimbabue y Cuba, naciones donde los derechos del pueblo son secuestrados/condicionados por los gobernantes, quienes deciden hasta qué, cómo, cuándo y cuánto comer… ¿Y Venezuela?
Entre los desperfectos de la comunidad internacional encontramos que las elecciones son la principal variable de medición democrática, por eso observamos que durante la permanencia del chavismo en el poder, a pesar de las innumerables denuncias de violaciones de derechos humanos y de la constitución empero, aún Venezuela era etiquetada “democrática”… pero a partir del 2016 ante los inconstitucionales asesinatos del revocatorio y aplazamiento de las regionales esa etiqueta cambió, ya no hay estupor en denominar al chavismo como lo que es: un régimen autocrático.
Otra categorización que se ha venido a menos es la de ciudadanos, no podemos serlo sí nuestros derechos han venido desapareciendo, primero nuestras libertades económicas, nuestro derecho de contar con instituciones no discriminantes, nuestro derecho de opinión, de información, de asociación están siendo cada vez más reducidos, así la salud, la seguridad, la calidad educativa. Nuestro derecho al voto finalmente fue eliminado y hasta el comer debe ser un hecho que hay que agradecer al gobierno, los CLAP representan la degradación histórica más baja de nuestra ciudadanía.
Que en pleno Siglo XXI se implementen mecanismos de dominación de masas al mejor estilo de la Unión Soviética, la China comunista o como la quincuagenaria libreta de alimentación cubana es una aberración histórica que hace del país naturalmente más rico del mundo, el país con la mentalidad más pobre del planeta, lo propio ocurre con el Carnet de la Patria al cual le quieren dar mayor valor que a nuestra cédula… Venezuela ¡Qué te hemos hecho!
@leandrotango