La riqueza y fluidez verbal presente en los egresados de la Escuela de Oralidad Antonio González Beltrán, es muestra de la calidad, compromiso, pasión y entrega que manejan sus fundadores y docentes, en su mayoría los mismos que integran la reconocida Unión de Narradores Orales y Escénicos de Venezuela (UNOES), orgullo de la región.
Se trata de un espacio educativo no convencional que carece de un organigrama y en el que no importa la edad, el género ni la profesión de sus estudiantes porque lo que se busca es la disciplina, el compromiso, la constancia, la voluntad, la investigación y la lectura de los cuentos de la literatura universal o del origen popular.
Allí se brindan herramientas para la expresión y narración oral, pero también enseñanzas para la vida que implican el fortalecimiento de valores como la responsabilidad y la solidaridad, entre otros que contribuyen al enriquecimiento y desarrollo humano integral.
Alrededor de 80 personas han cursado uno o dos de los tres niveles requeridos para obtener la certificación como narrador oral y solo 9 lograron el título de egresados de este centro que funciona en los espacios del Colegio de Abogados del estado Lara, desde hace tres años. Para obtener la certificación se debe preparar y presentar un monólogo de 45 minutos. Quienes cursaron uno o dos niveles, alcanzaron un objetivo personal o bien se encuentran incorporados en las áreas técnicas y de producción, o de protocolo, necesarias en la labor de UNOES.
Sueño cumplido
Mau de Ceballos, fundadora de UNOES y enamorada de la Escuela de Oralidad (como ella misma se describe), contó que la escuela estaba en proyecto desde hace muchos años y se concretó tras la muerte de su hermano y amigo entrañable Antonio González Beltrán.
“Antes existían los talleres de oralidad, en principio dirigidos a los niños hijos de los médicos, luego nos expandimos hacia jóvenes y adultos de todas las edades… conformar la escuela siempre fue un sueño que compartí con Antonio, incluso en una oportunidad elaboramos el pénsum de estudio y pensamos en su registro ante el Ministerio de Educación bajo el argumento de que se trata de una herramienta para la labor docente”.
Tras la muerte de González Beltrán y una conversación con su esposa, Ana Torrellas, Mau de Ceballos y la directiva de UNOES decidieron consolidar la creación del espacio en homenaje al español que en vida fue actor, cuenta cuentos y director del Grupo de Teatro La Carátula, “un enamorado de Venezuela, que nos visitaba todos los años”.
El certificado que reciben los egresados de la Escuela es avalado por UNOES y el Colegio de Médicos de Lara. “Hicimos un intento de crear un diplomado con la Universidad Politécnica Territorial de Lara (Uptaeb), pero no se concretó. También con la UCLA y tampoco fue posible, entonces nos quedamos como estamos y nos ha dado resultados”.
La formación está dividida en tres niveles y los participantes deben cumplir todos los objetivos antes de ser promovidos al siguiente nivel, lo que significa que no existe un número de horas académicas establecido.
“La idea es que salgan bien preparados, el primer nivel es básico y al completarlo la personas puede contar un cuento de forma lineal y para lograrlo deben leer, investigar, seleccionar y adaptar su cuento. El segundo nivel tiene más exigencia en materia de responsabilidad, trabajo en equipo y seriedad en la sección del cuento porque debe tener calidad estética. En el último nivel, el cuentero debe permanecer durante 45 minutos sobre el escenario, con un unipersonal o monólogo”, detalló Mau de Ceballos.
Las clases se dictan los días lunes y miércoles, de 7:00 a 9:00 de la noche en el caso de los adultos. La enseñanza para niños se imparte entre las 3:00 y las 6:00 de la tarde. La plantilla docente es variada y adaptada a las clases de voz y dicción, expresión corporal, al conocimiento teórico, la improvisación, entre otras.
Formación integral
Cualquiera puede contar cuentos, pero lograrlo no es tarea fácil y se requiere de disciplina y lectura constante para alcanzar la meta. “El cuentero debe prepararse, no se trata de escupir las palabras, tiene que haber una intención, un ritmo, una pausa, un principio y un final, además de una adaptación del cuento”, dice Mau.
La disciplina es fundamental para cumplir con las asignaciones y asistir a los ensayos, en definitiva para estar a la altura de las exigencias.
El miedo escénico es lo único que, según Ceballos, nunca se quitará. “Y si se te quita, significa que te has vuelto un psicópata (risas)”.
Pero el objetivo de la escuela va mucho más allá de la formación de narradores orales pues se busca la integralidad.
Hay personas que cursan uno o dos niveles y manifiestan que les gusta la parte técnica, la producción, el protocolo o la escritura, cuyos conocimientos también se imparten en la institución. “También están los que nunca se montan en el escenario porque no quieren ser cuenteros, pero llegan a la escuela con un objetivo claro: controlar el miedo escénico, son por ejemplo los abogados que buscan mayor desenvolvimiento en los juicios orales, los docentes que quieren usar la narración como técnica de aprendizaje, los psicólogos o los gerentes, los estudiantes universitarios que quieren presentar la tesis de grado”.
Cuenteros certificados
Beatriz Romero: Decisión y entrega
“La profesión se olvida aquí y es lo máximo. Soy licenciada en relaciones industriales, docente jubilada de la UCLA y docente del Centro de Postgrado de la UCV, trabajo con la Escuela de Formación Política y además cuento cuentos.
Esta ha sido una experiencia muy agradable, sobre todo en estos momentos representa un relax, un escape. Entras a un mundo de expresión, de compartir, de indagar… que te invita a entrar de nuevo en la literatura y recordar, acercarse a grandes personajes.
Soy amiga de Mau y siempre le decía ‘le voy a decir a mi hijo que se inscriba en la Escuela’, cada vez que la veía. Hasta que un día me di cuenta de que la que quería venir era yo (risas). Un día decidí que hay cosas en la vida que no se pueden dejar atrás y que si hay algo que quieres hacer, debes hacerlo; no podemos dejar escapar las oportunidades.
He montado dos unipersonales, el primero llamado “La edad de la impunidad” y el segundo
“Despidiendo a la tía María Margarita de las Mercedes y los Milagros”.
Urama Rivero de Mendoza: Historias de amor
“Soy estudiante de Artes Plásticas en la UCLA y estoy vinculada a UNOES desde que tenía 16 años, cuando comencé a trabajar en el área de protocolo en los Festivales de Oralidad. Primero participé en los talleres de oralidad y cuando comenzó a funcionar la escuela ya traía una base.
La preparación del unipersonal de 45 minutos fue un gran reto, un proceso arduo, satisfactorio e interesante porque te motiva a investigar y a buscar cuentos, lo que representa a la vez una búsqueda o un descubrimiento personal interno porque hay historias que no te gustan y otras que te atrapan.
Mi monólogo se llama ‘El amor en distintas miradas’, contiene 10 historias vinculadas entre sí. En mi caso, tengo claro que no soy humorista y no me gustan las historias tristes, por eso decidí contar historias de amor y transmitir sentimientos de nostalgia, tristeza y alegría, sacar una sonrisa o invitar a la reflexión. Aquí y gracias a la maternidad, he aprendido que la vida no se detiene y que puedes seguir tus sueños en cualquier momento”.
Alba Perdomo: Superación y agradecimiento
“Soy docente jubilada, antes de ser cuenta cuentos incursioné en diferentes actividades artísticas como corales y danzas, hasta que llegué a la escuela y aquí me quedé encantada con el trabajo. Cubrí los tres niveles, hice un espectáculo de 40 a 45 minutos, que se tituló ‘Mamá Santiaga, Tambores y Ritmos’, el cual invita a rememorar y valorar ese recuerdo de la abuela a la vez que se resaltan costumbres, tradiciones, música, folclore y la comida de Curiepe.
Fue interesante porque me permitió recordar la nana que tuve. Está basado en siete cuentos, siendo el principal ‘El baile del tambor’ de Arturo Uslar Pietri.
Actualmente cuento y realizo narraciones infantiles en escuelas, voy a donde me inviten y eso que al principio me costó muchísimo montarme en el escenario. Cuando vine por primera vez no estaba muy decidida, quería ver cómo me iba y fui la última en escena, lo logré gracias a las herramientas que se dan en la escuela. Estoy muy agradecida porque me siento útil”.
José Luis Romero Alvarado: Desarrollo humano
“Soy docente jubilado, exdirector de escuela y curso cuarto año de Medicina Tradicional China y Masajes Terapéuticos, antes de ser cuentero siempre tenía mi puesto asegurado en el público, desde allí pensaba si algún día podría estar sobre el escenario, si podría contar y me decía que eso no tenía ciencia. ‘Si he dado conferencias y he dado clases, ¿qué difícil puede ser contar cuentos?’, me preguntaba.
Cuando me invitaban a inscribirme en la escuela, me frenaba por pena, hasta que me decidí. Gracias a los ensayos pude dejar atrás al profesor y al conferencista, para darle paso al cuentero sobre las tablas. Al compartir con nuestros pares de otros países notamos que estamos bien formados. Mi primer unipersonal se llama ‘¿Quién contra quién? Y está basado en una conferencia de un psicólogo sobre las diferencias de la mujer y el hombre, en las presentaciones e debido apelar a la improvisación para ayudar a parejas con dificultades. Las experiencias han sido maravillosas, hay unión entre compañeros, no hay peleas de egos. Hay un desarrollo muy humano en la escuela, que es lo que hace falta en este momento en la sociedad”.