Hace más de 10 años que los productores y agricultores han sido elegidos por los delincuentes como su carnada preferida. Pasaron de ser víctimas de secuestros a ser extorsionados que viven del pago de una “vacuna” para poder transitar, trabajar e ir a sus tierras sin ser lastimados o molestados.
“Te vamos a secuestrar a ti, a tu hijo, tus padres o te vamos a matar” son las palabras que los productores de Quíbor escuchan detrás de la bocina de un teléfono. El pago por una vida no baja de Bs. 3.500.000, dijo un agricultor quien prefirió mantenerse en el anonimato alegando que se trata de un tema delicado para quienes viven está situación.
Comentan que los productores viven atemorizados, salen de su casa lo menos que pueden y limitan la vida de sus familiares.
“Los delincuentes no solo nos amenazan con hacernos daño, sino que se apropian de vehículos que por lo general usamos para trabajar, pues saben que los necesitamos”.
Manifiesta que el pago de ese dinero no garantiza la tranquilidad de ellos y sus familiares.
“No sabemos si pagamos hoy y al siguiente mes toca otra vez, otras veces nos dejan tranquilos de tres a cuatro meses y vuelven a llamar, pero nos obligan a trabajar para ellos, porque piden unas cantidades exorbitantes de dinero, creyendo que nosotros somos millonarios”, destacó otro agricultor que también fue consultado por el tema.
Entre las cifras propias que manejan los productores son de cinco a ocho son víctimas a diarias de extorsiones. Develan que los grupos hamponiles operan entre el municipio Jiménez y Andrés Eloy Blanco.
Dos bandas
Carlos Eduardo Pérez Vega (31), conocido en el mundo hamponil con el apodo de El Guli, era el mayor hampón de Jiménez, controlaba el secuestro, cobro de vacuna, extorsiones, y además vendía y distribuía droga en esa localidad, sin recibir castigo penal.
En el año 2013 fue abatido por funcionarios del Grupo Antiextorsión y Secuestro (Gaes) de la Guardia Nacional.
Desde la muerte de El Guli, fue Francisco Antonio Medina Sivira, mejor conocido como El Pollo, quien tomó las riendas de la banda. Estaba integrada por más de 30 personas. Entre las personas que la conformaban figuraba Jesús Alberto Rodríguez Vergara, de 22 años, conocido como El Estrellita, quien fue detenido en el mes de agosto del 2013 por una extorsión. Entre los apodos también salió a relucir el de Manuelito.
Una vez que El Pollo es detenido por el Cicpc en noviembre del 2013, la organización criminal comenzó a separarse. Cada quien sabía cómo hacer lo suyo, muchos agarraron vuelo y uno de los que se quedó con parte de los integrantes de la banda fue El Caco, quien ejecutó algunas órdenes con las que no estuvieron de acuerdo mucho de los integrantes y fue el Gufy quien pasó a ser el mandamás.
En medio de esas disputas internas El Manuelito fue creando su propia banda, para la cual captaba jovencitos.
Una vez que El Pollo quedó preso en El Rodeo y El Estrellita, en La Cuarta, la cárcel de San Felipe, comenzaron su centro de operaciones y comunicaciones entre ambos y volvieron a organizar su banda.
Según las investigaciones que llevan los especialistas en materia de extorsión y secuestro, El Pollo y El Estrellita están operando juntos. Por lo general quienes están fuera de la cárcel consiguen la información, se la aportan a El Estrellita que se convierte en el primer llamador y posteriormente se la pasa a El Pollo, quien acostumbra a llamar después.
En ocasiones ambos piden dinero a la misma persona, el mismo día o en días distintos. “Mira regálame 200”, luego de identificarse. Posteriormente el otro delincuente hace lo mismo y aunque la víctima explica que ya canceló le responden: “Yo no sé, El Estrellita es una persona y yo soy otra”.
Así son algunas llamadas que suelen hacer para advertir su presencia, o exponer su poder y a estas son las que los comerciantes o productores suelen acceder de forma inmediata porque el monto es poco, para posteriormente dar un salto a las grandes cantidades.
Ahora bien, Manuelito está en la calle, según indican los expertos y en ocasiones suele vigilar a sus víctimas, aunque tiene muchos acompañantes y le pasan información.
“El proceder de estos delincuentes es el mismo. Una vez que la víctima no hace el pago de la “vacuna” exigida mandan emisarios a disparar contra las viviendas, para advertir o amedrentarlos.
Con prontuario
Los tres hombres que son señalados como líderes de banda poseen un gran prontuario. Manuelito es buscado por varios cuerpos de seguridad desde hace años atrás.
Su nombre retumbó en octubre del 2015, cuando fue asesinado el supervisor de la PoliSanare Robert Giménez, en ese entonces el funcionario de la Policía Municipal de Sanare iba tras los pasos de este delincuente quien se escondía en esa zona, pero no se encontraba en el momento y en cambio el funcionario se topó con otros delincuentes.
Se habla que de forma reciente está involucrado en al menos tres homicidios, el último cometido en el mes de enero. El Pollo es uno de los más sanguinarios, se cuentan 19 homicidios, 13 de los cuales está comprobada su participación por parte de los funcionarios del Eje de Homicidios del Cicpc, mientras que El Estrellita está involucrado en al menos cuatro crímenes.
No denuncian
“Todo es un psicoterror a eso juegan”, comenta el efectivo, quien a su vez invita a comerciantes y productores a denunciar, pues asegura que al no hacerlo le dan más poder a los hampones y dichos delitos quedan en cifras negras.
“Sin denuncia no hay delito”, si no lo hacen no sabemos que está pasando y por ello no le podemos dar un freno a estos sujetos. Una fuente policial indicó que la familia que fue atacada este viernes en horas de la noche, a quienes por segunda vez les lanzaban una granada en su vivienda, no había denunciado. Los cuerpos de seguridad se habían enterado porque los ataques han sido públicos.
Confiesan que según sus investigaciones serían miembros de la banda El Pollo y La Estrellita que están detrás de este ataque y son los que manejan mayor cantidad de armamentos en la población de Jiménez.
Funcionarios también extorsionan
“Sentimos que nosotros somos los delincuentes, cuando cargamos nuestras herramientas o implementos de trabajos tenemos que andar escondidos de los funcionarios”, destacan los productores de la zona.
Ellos aseguran que militares y policías están pendiente de detenerlos bajo cualquier excusa, solicitando cualquier documento, para justificar un delito y es de allí donde viene una multa que puede costar hasta 500.000 bolívares, dependiendo del delito que quieran calificar.
Destaca el agricultor que una de las principales causas por la que no denuncian, es que los funcionarios trabajan de la mano con los delincuentes o por lo menos así lo piensan ellos y es que indican apenas un productor se atreve a colocar una denuncia ya el delincuente lo sabe y no hay forma de que la información se sepa, sino que salga del mismo organismo donde se ha aportado la denuncia.
“No confiamos en ellos, sentimos que estamos aterrorizados, somos víctimas, nos sentimos presos, en resumen no nos dejan trabajar”, expresan como voz de auxilio estos agricultores. Quienes hacen un llamado al Estado para que se revise la situación, porque parece que vivieran en un estado fronterizo en donde el pago de “vacuna” es lo más cotidiano.