Seguramente usted recibió durante estos últimos días, vía redes sociales, la conmovedora historia de Jaime Martínez, el maraquero de los Rolling Stones. De hecho, si usted entra en Google y escribe “maraquero”, lo primero que le sale es “el maraquero de los Rolling Stones”. La historia va sobre un muchacho de Cunaviche que a finales de los años sesenta y ante la imposibilidad de encontrar trabajo en Venezuela (cosa bastante extraña, porque al final de los años sesenta Venezuela era un paraíso) se va de polizón en un barco que iba a Europa.
Después de muchas vicisitudes llega a Londres, donde se instala en un teatro vacío, hasta que llegan los Rolling Stones a grabar “Sympathy for the devil”, mal traducida en español como “Simpatía por el diablo” y el joven comienza a acompañar la canción con sus maracas. Mick Jagger para la grabación y buscan de dónde viene aquel acompañamiento perfecto. Descubren a Martínez en el ático y lo invitan a tocar con ellos. La historia finaliza invitando a todos los venezolanos a que cada vez que escuchen la canción se sientan orgullosos de que un compatriota tocó con la famosa banda. Incluso, relatan que aparece como James Martins en los créditos de la canción.
Lo que mucha gente que leyó y se conmovió con la historia no sabe es que es MENTIRA. No hubo un maraquero llamado Jaime Martínez, ni fue para Londres, ni tocó con los Rolling Stones. La historia, según narra el periodista Víctor Amaya, fue inventada por el también periodista Alfonso Molina y el dramaturgo Rodolfo Santana: “Cuenta Molina que a mediados de los ochenta, en camino a Barcelona, estado Anzoátegui, por carretera junto a Santana comenzó a inventarse un «cadáver exquisito»: una historia hilvanada desde una frase seguida por otra y otra y otra, en una especie de contrapunteo. «Pura improvisación», nos cuenta el periodista sobre una iniciativa que surgió cuando cruzaban Clarines, donde nació la leyenda”.
Traigo el tema a colación porque esos “cadáveres exquisitos” están a la orden del día. La mayoría fabricados por el laboratorio de guerra sucia del gobierno. De manera que dude todo y ante la duda, mejor no pase nada, por muy tentador que sea. La historia del maraquero es cuchi e inofensiva. Pero hay historias que sí hacen daño. No les haga el favor…