La guía soberana y genuina de nuestra vida es diáfana, cristalina y sólida.
Es nuestra señal inequívoca del amor y de consagración a la misión divina, regocijadamente; el alma lo adopta por su solidez para trillar la ruta a transitar en el sendero de la fraternidad.
Una vez el ser adquiere su consistencia se encamina a paso gigantesco, de acuerdo con las circunstancias de la vida y con nuestro desenvolvimiento en el tiempo vivido. Es la pauta que seguimos en todo el curso de nuestra guía, adoptando la enseñanza para evolucionar, en la medida en que va desarrollando nuestro cerebro su crecimiento.
Por ende, la guía genuina de la vida es propia de los seres anhelantes para su evolución. Es indispensable que cada uno tome para sí dicha guía, para no caer en desilusión, en desánimo, lo cual conduce al fracaso y a la desesperación. Es muy sabio no caer en el abismo, por no acatar las doctrinas de nuestras guías.
Os digo, quien se posiciona en los buenos repertorios habrá acatado el ordenamiento de la guía de su vida.
Contad con la guía genuina de la vida y llegarás hasta el infinito.