Del Guaire al Turbio – Ese baúl…

-

- Publicidad -

Como hacen casi todos los ancianos, estoy en recorrido por el pasado, pero no por los malos recuerdos sino por los buenos. Los primeros los eché hace tiempo en el pozo del olvido, es más sano, en cambio los buenos, si bien los tengo en el desván, me gusta de vez en cuando airearlos y quitarles el polvo para que vuelvan a brillar en mi memoria. La memoria es parte del corazón o viceversa, da lo mismo, el hecho es que están ligados estrechamente. Con razón en francés por memorizar o aprender de memoria se dice apprendre par coer, cuya traducción literal sería aprender por corazón, lo que es realmente muy sugestivo. Debe ser muy angustioso perder la memoria, será como estar entre dos futuros: ante lo que nunca ha sido.

Hace poco recordaba, en un artículo para otra publicación, algo que escribí para ésta hace varios años sobre una noche que bailé en París. Eso me hizo volver a los meses vividos en la Ciudad Luz en un largo descanso después de ser despedida de mi trabajo. Aproveché para estudiar francés, ver mucho teatro y recibir clases de éste, aunque muy poco, me resultó muy arduo en otro idioma que no dominaba. Eran clases particulares de un grupito con un profesor; todos franceses, salvo un joven primo mío y yo. El profesor me dio como tarea memorizar e interpretar en la próxima clase un monólogo de La rosa tatuada de Tennessee Williams, de la cual hay una excelente película de Daniel Mann protagonizada por Anna Magnani y Burt Lancaster. ¡Qué educados y discretos mis condiscípulos franceses! Recité mi monólogo en quién sabe qué horrible francés -como para carcajearse- y no hubo la más leve sonrisa de burla. El profesor me pidió enseguida que lo interpretara en español y exclamó espontáneo: voilà la différence!

- Publicidad -

En las mañanas iba a la Alianza Francesa, por las tardes visitaba lugares de interés y por las noches iba al teatro o al cine. En su temporada de estreno, vi una de las mejores cintas de todos los tiempos, protagonizada por Anthony Quinn: Zorba el Griego, de Michael Cacoyannis, basada en la novela de Nikos Kazantzakis. Me fascinó la actuación de Quinn y el tema musical: la famosa y popular danza griega sirtaki que ejercita en la playa el protagonista con su compañero Alan Bates. Una escena inolvidable de la cinematografía universal. Completan el elenco en papeles femeninos memorables Lila Kedrova e Irene Papas. La danza es la reacción ante la adversidad con la que contagia el alegre e inhibido Zorba al abatido Basil (Alan Bates).

Quizás nosotros, ante el actual drama patrio, deberíamos también danzar para rehacernos en fe y esperanza, como danzó el gran bailarín andaluz, Antonio, cuando llegó ante las ruinas de su casa incendiada. Cada quien debe expresarse en lo suyo, en su arte, su misión, su trabajo, para recuperar el aliento y salvar lo que nos queda de país. Pero me he puesto seria y por eso quiero terminar con un recuerdo amable.

En aquella temporada parisina, quise aprender la danza de Zorba. Lo último que aprendí en este arte. Los pasos no son difíciles, pero el ritmo se va acelerando y los danzantes abandonando por peso y por edad… y me llegó el momento.
¡Ah, qué amable es registrar en ese baúl de mis recuerdos!

Pulsa aquí para apoyar la libertad de expresión en Venezuela. Tu donación servirá para fortalecer nuestra plataforma digital desde la redacción del Decano de la Prensa Nacional, y así permitir que sigamos adelante comprometidos con la información veraz, como ha sido nuestra bandera desde 1904.

¡Contamos contigo!

Apóyanos aquí

- Publicidad -

Más leido hoy

- Publicidad -

Debes leer

- Publicidad -
- Publicidad -