Miles de católicos asistirán hoy a misa para recibir la imposición de ceniza bendecida, en forma de cruz, en sus frentes como símbolo de arrepentimiento y de inicio de la Cuaresma, tiempo que debería ser dedicado a la penitencia y la conversión.
“Con el sudor de tu frente comerás tu pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado. Sepas que eres polvo y al polvo volverás”, dice uno de los fragmentos de la Biblia (Génesis, 3:19) que se rememoran durante esta fecha y que incluso es pronunciado por el padre al momento de imponer la ceniza en la frente de los feligreses.
Para la Iglesia católica el tiempo litúrgico de la Cuaresma está vinculado con el color morado que es utilizado en la vestimenta de los padres y en los templos durante las misas, como signo de penitencia y transformación, puesto que se trata de un recorrido de 40 días de preparación y previos a la resurrección de Jesucristo.
“La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Joel, 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor”, dijo el papa Francisco en el mensaje difundido a propósito de la cuaresma de este año 2017.
“La Palabra es un don. El otro es un don”, es el título del mensaje con el cual el santo padre hace alusión al pasaje sobre Lázaro y el rico.
Además señala que “la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor ‘que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador’ nos muestra el camino a seguir”.
Practicar la caridad, fijarnos en nuestras propias miserias, anunciar con alegría el Evangelio, despojarse y ser misericordiosos, son algunas de las claves dadas por los sacerdotes a los feligreses en este tiempo litúrgico, en el que resulta primordial la oración constante y el ayuno.
