La Organización Mundial de Salud declaró el fin de un brote de fiebre amarilla que mató a unas 400 personas en el Congo y Angola, considerado «uno de los mayores y más difíciles» de años recientes.
El brote, detectado inicialmente en Angola a finales del 2015, causó 965 casos confirmados y miles de casos posibles en ambos países, dijo la OMS el martes. Ninguno de los dos países ha reportado un caso nuevo confirmado en los últimos seis meses.
A finales de diciembre, Angola declaró el fin de su brote y Congo hizo el anuncio el martes.
La agencia global de salud dijo que más de 30 millones de personas fueron vacunadas en campañas de emergencia para controlar el brote en los dos países vecinos, que cuyos sistemas de salud pública son de los más pobres del mundo.
«Esta respuesta sin precedentes agotó las existencias globales de la vacuna varias veces», dijo la declaración de la OMS.
La Directora de Emergencias Regionales, doctora Ibrahima Soce Fall, advirtió que esos brotes pueden volverse más frecuentes a menos que se adopten respuestas coordinadas «para vacunar a la población de alto riesgo en la región».
No hay cura conocida para la fiebre amarilla, que se previene fácilmente con vacunas. Una vez infectadas, las personas a menudo sufren fiebre y dolores musculares, pero muchas se recuperan en unos días. La fase más tóxica incluye hemorragias en los ojos, nariz y oídos, ictericia e insuficiencia orgánica.