La democracia encierra en su concepto fundamental la idea del pueblo como actor fundamental del sistema político, o de manera más directa es definida por algunos como el “gobierno del pueblo”. Para que esto tenga lugar existe el sistema de representación, pues pretender que el pueblo gobierne activamente es poco práctico y, más aún, demagogia. Así, el pueblo es quien debe elegir a quienes lo representen, y para ello un principio fundamental democrático es la posibilidad de ejercer el derecho al voto a través de elecciones, preferiblemente transparentes.
En Venezuela, como ya se preveía desde hace varios meses atrás, el Gobierno actual ha dejado de representar los intereses del pueblo, y por ello sin lugar a dudas ya no lo representa. De esta manera el Gobierno ha pasado de un modelo autoritario con apoyo popular a un modelo autoritario sin apoyo popular, y como es de esperar esto implica que sus acciones de control sean más duras. Desde el control físico como puede ser la represión, hasta el intento de control psicológico como es la entrega de alimentos a discrecionalidad, quienes gobiernan intentan forzar su tiempo en el poder.
Lo anterior era previsible, y más aún la reacción del Gobierno ante la pérdida del apoyo popular. Por el contrario, lo que aún sorprende es que desde la representación política de la oposición (MUD) pareciera que aún no saben qué hacer con una población que busca dirección. Tal vez el haberse acostumbrado a sobrevivir como negación del adversario ha atrofiado su capacidad de construir un discurso que emocione al Pueblo, que invite a la esperanza. Por otro lado, en el contexto actual los discursos alcanzan menos y las acciones con resultados es lo que un Pueblo desesperado quiere ver.
La gran deuda de quienes quieren un cambio de Gobierno es la acción constructiva, entendiendo por estos a todos quienes más allá de la MUD quieren una realidad distinta para el país. Ciertamente la sobrevivencia cotidiana dificulta siquiera pensar que algo puede cambiar, y eso es parte de la guerra psicológica que hoy se impone en el país. Sin embargo, si algo parece seguro es que el Gobierno no dejará el poder sin utilizar todos sus recursos para impedirlo, y la MUD por sí sola no tiene la capacidad de ir más allá, siendo su alcance fundamentalmente electoral.
Reconocido lo anterior la propia MUD, consciente de sus limitaciones, debería dar el gran paso de abrirse más allá de su propio círculo, el cual por cierto es cada vez más tóxico. Hay sectores que también activamente están buscando un cambio, sectores que probablemente ideológicamente estén en aceras distintas pero lo suficientemente racionales como para entender que hay que sumar. También es importante que se dé espacio a nuevos liderazgos, quizás algunos que provengan de sectores distintos al político.
No parece fácil sumar más actores a una dinámica que ya de por si luce compleja por la lucha de intereses, pero esta es la única manera de cambiar el peso relativo de las fuerzas en contraposición. Y dentro de este contexto algo fácil de decir aunque difícil de implementar puede ser la clave, un mensaje claro y contundente. Megaelecciones, Constituyente, u otra fórmula que de señales de paso definitivo puede ser el mensaje que una voluntades tan diversas, el cual de la sensación al pueblo que se puede volver a empezar a construir desde los escombros en los que se encuentra el país.
Diego Lombardi
@lombardidiego