“La alegría reside en la lucha, en el intento, en el sufrimiento que esto acarrea, y no en la victoria en sí”. Bāpu
“Homenaje a las valientes lágrimas de una compañera… de la Red”
Entre las leyes que no admiten impunidad se encuentra la “Ley de Causa y Efecto”
“No existe causa sin efecto… ni efecto sin causa”.
La única y verdadera revolución que necesitamos y podemos aceptar los venezolanos todos, es la revolución interna de cada uno los ciudadanos que poblamos esta “Tierra de Gracia” llamada Venezuela.
Debemos erguirnos ante la adversidad que enfrentamos venciendo todo lo que pueda significar el huir de los temores que nos paralizan; teniendo conciencia cierta de las dificultades que acarrea el asumir posiciones y luchar por nuestros derechos, principalmente, por los más elementales Derechos Humanos: el derecho a la vida, a la propiedad, pura y simple, perfecta e irrevocable; a la garantía constitucional sobre los derechos económicos y ambientales, y pare usted de contar. Todo, sin olvidar a quienes estamos siendo discriminados; tantos, y tantos, venezolanos que hemos luchado contra el desabastecimiento de alimentos y de elementales medicamentos indispensables para conservar la vida; como aquellos que han tenido el valor de emigrar del país, huyendo de la inseguridad jurídica y personal; de la delincuencia incontrolada que hurta, roba, asalta, secuestra y conculca hasta las esperanzas de nuestra juventud; de la falta de oportunidades y del futuro incierto. Situación que mutila a miles, y miles, de familias cuyos integrantes se han dispersado en el mundo.
Desde nuestro yo interno, debemos encender la chispa originaria para los grandes cambios sociales que amerita la nación, basados en la Constitución Nacional, las leyes y los reglamentos de la república, como único camino de paz que transite por la no-violencia.
Aquel hombre sencillo, menudo, físicamente débil, Mahatma Gandhi, conocido en su amada India como Bāpu (que significa padre), también se enfrentó a un carnet que obligaba a identificar a los residentes asiáticos.
Debemos fijarnos metas que nos lleven a alcanzar, de una vez por todas, la independencia social, moral y económica; a sabiendas que la política (o politiquería) tiene influencia directa en la economía que determina la suerte de la calidad de vida de los ciudadanos, es decir, tiene influencia determinante en lo social. Y, presuntamente, fue máxima de Iósif Stalin: “Si controlas la comida de un pueblo, controlas el pueblo y van a estar agradecidos de lo poco que le damos”.
La verdad implícita radica en que, el ser humano puede vivir para servir a sus semejantes; servicio que no debe, ni puede ser, egoísta o excluyente, sólo así se entenderá la nobleza con la cual ese servicio se lleva a cabo, a sabiendas de que la generalización del servicio es lo que se espera de los ciudadanos. Tenemos la necesidad de crear una estructura capaz de echar raíces entre los venezolanos y que preste servicios a todos; para que se difunda como una proverbial bola de nieve que vaya cobrando fuerza en progresión geométrica lográndose abarcar toda la patria.
Imperioso es ser como el acero, debemos forjarnos en el crisol atizado por el fuego de la dignidad, avivado por los principios y valores que desde siempre nos han caracterizado. Somos la base de una sociedad que subsiste por el esfuerzo fraguado en el apego a la libertad y la democracia… ¡Somos ejemplo de buena voluntad!