Muchos cristianos son muy dados a condenar la idolatría, hasta manipulando las Sagradas Escrituras. Sacan su cañones y apuntan hacia los demás sin la misericordia que Cristo nos ha prodigado siempre. Si bien es cierto en la Santa Biblia encontramos lecciones muy puntuales acerca de este asunto, que todos deberíamos ver y meditar, la cosa no es unidireccional. La idolatría puede definirse como un estado mental que el hombre desarrolla en un mundo que lo acosa de necesidades. Son los anhelos personales, la inseguridad, los problemas existenciales y hasta el orgullo mismo. El miedo y la inmediatez llevan al hombre a desarrollarla.
Ponen todo su esfuerzo, pensamiento y energía en lo que desean; y esperan conseguirlo con la ayuda sobrenatural rápido. Y esto se debe, a la ausencia de una fe concebida sobre la base de lo que dice Dios en su palabra. “Así que la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”Rom.10:17. Está claro entonces que el oír, no es solamente a los pastores, brujos, curas, astrólogos o chamarreros etc., que a diario conseguimos. La fe viene es de Dios y a través de su Palabra escrita.
Cuando no leemos, estudiamos y meditamos en la en la Palabra de Dios, hace que olvidemos quien fue el que sufrió la cruenta muerte en la cruz por nuestros pecados. Lo que le lleva asirse de alguna deidad creada por el hombre que “satisfaga” sus anhelos con prontitud. Pero esto no es nuevo. Cuando Moisés subió al monte Sinaí a buscar las tablas de La Ley, los Diez mandamientos, y tardó. A pesar de los portentos, milagros y prodigios que día tras día Dios les hacía. A pesar de tener líderes de la talla de Aarón, sacerdote escogido por el mismo Dios para oficiar en el Templo, abandonaron al Dios Eterno y adoraron la imagen de un becerro de oro. “… se acercaron a Aarón y le dijeron: «Levántate, haznos un dios que vaya delante de nosotros; porque a Moisés que nos sacó de Egipto, no sabemos qué le pasó».Ex.32:1.
Pero la idolatría no es solamente eso que muchos “cristianos” condenan despiadadamente. Esta se manifiesta sobre todo en deificar el yo. Innumerables son los cristianos que han hecho de sí mismo su ídolo preferido. Viven en una autoalabanza, pero se abrogan el derecho de condenar a otros como idólatras sin darse cuenta que se están condenando a si mismos. “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”Luc.9:23.
Si le damos prioridad a nuestros propios deleites antes que amar y servir a nuestro prójimo, aún más de lo que decimos que amamos a Dios, eso, es idolatría. El corazón idólatra es un corazón insatisfecho. “El corazón humano es una fábrica incansable de ídolos.” Juan Calvino. Y el ídolo del “Yo” es la madre de todos. “Yo quiero lo que yo quiero. Yo soy quien tengo la razón y soy el que sabe”, decimos aún sin darnos cuenta. Esto se llama pecado. “Es importante entender que el ídolo en sí mismo no es el problema, sino la manifestación de la rebelión en nuestro corazón. Uno puede destruir todos sus ídolos, sin embargo, si el corazón permanece rebelde, surgirá otro ídolo .Sobre todo el ídolo del “Yo” el cual siempre buscará prevalecer en nuestros corazones.” Cathy Scheraldi.
Los cristianos deberíamos dejar de condenar a los demás por idólatras. Pedir la ayuda de Dios para cambiar y brindar más amor, servicio y comprensión. “Hasta el martes Dios mediante. Próximo artículo “La cadena del Diablo” William Amaro Gutiérrez. [email protected]