Yonathan Salinas, de 26 años, oriundo de Rubio y ficha del equipo Kino Táchira, selló el logro más importante de su carrera, al conquistar el título de la edición 52 de la Vuelta al Táchira, después de recorrer sin problemas los 94 kilómetros finales entre Rubio y el velódromo de San Cristóbal, al que entró de brazos alzados, poco después de que José Mendoza (JHS) rubricase el triunfo en el sitio de meta, bajo el cobijo de la numerosa cantidad de público que plenó las gradas del emblemático escenario de San Cristóbal.
Mendoza cruzó primero en el peralte del óvalo sancristobalense después de escaparse en los kilómetros finales y fabricar una diferencia de 58 segundos sobre un grupo de siete corredores que le siguió en la raya de sentencia, un paquete que antecedió al gran pelotón, donde viajaba fresco y sonriente, el líder Salinas, en la posición 13, con retraso de 1:05, pero muy cerca de sus inmediatos rivales.
Así las cosas, Mendoza rubricó una conquista parcial marcada por la enorme carga emocional, visto que en el mismo escenario, un año atrás, vivió un capítulo amargo, tras padecer un bajón de energía y perder en el tramo final el título de la ronda andina, a manos del costarricense Joseph Chavarría.
Adelante, Mendoza, antes corredor de Trujillo y ahora puntal del JHS, festejó a rabiar su victoria y atrás, en el corazón del gusano multicolor, Salinas hizo lo propio, al conseguir un título consagratorio, que lo mete de lleno en la élite y en la historia, con guarismo global de 33 horas, dos minutos y 45 segundos, distanciado 52 segundos de Briceño, su escolta en la clasificación principal.
El pedalista rubiense ya tenía en su vitrina una corona de Vuelta a Venezuela, lograda en 2014, pero le faltaba el trofeo más codiciado por los ciclistas criollos: el de la llamada Vuelta Gigante de América.
Lo alcanzó con una categórica demostración de condiciones, capacidades en la montaña y sobretodo, madurez para soportar la presión, algo de lo que había carecido en el par de ocasiones (2014 y 2016) en que se montó en el liderato de la ronda andina, sin poder dar el golpe de gracia. Lo significativo es que en esta ocasión acudió a una pelea desigual, porque bregó con tres efectivos del JHS (Kimmy Briceño, Jhorman Flores y Yonnatta Monsalve), además de Roniel Campos (Yaracuy) y los mantuvo a raya con su poderío en la montaña, una vez que su compañero Jhon Nava, tras defender la camiseta amarilla en cinco jornadas, vio quebrar su fortaleza, tres días antes del final en el durísimo ascenso a Casa del Padre.
Con su corona, Salinas se une a un selecto grupo de corredores que ha ganado las dos pruebas más importantes del país (Venezuela y Táchira), integrado por Fernando Fontes, Santos Bermudez, Elio Villamizar, Mario Medina, José Lindarte, César Salazar y José Rujano.
El pedalista del Kino Táchira tomó la salida en su tierra natal, donde hubo un circuito inicial antes de bajar a san Cristóbal y tomar camino al velódromo, con una diferencia de 59 segundos sobre Briceño, 1:10 ante Flores y 1:22 frente a Monsalve, lo que hacía suponer que, lejos de cumplir un paseo de campeón, experimentaría una jornada de sobresaltos, pero no ocurrió nada extraordinario, porque sus rivales del JHS, quizás resignados, arriesgaron poco y lo dejaron rodar tranquillo.
En primera instancia, en el terreno plano del circuito en Rubio, una nueva lucha entre los pasistas Fernando Briceño y Wilmen Bravo, fuga en la que se involucró el chileno Adrián Alvarado, en disputa del título en los esprín, pulseada dominada por el primero de ellos al ganar el primer paso del día y entrar segundo en el siguiente punto caliente, y de allí entrar a otra situación de carrera, porque, ya en carretera abierta, en descenso, Mendoza saltó del grupo puntero para cabalgar en solitario la parte final del tramo en busca de la meta, al tiempo que atrás el pelotón grande rodó sin mayor velocidad, solo para cumplir el trámite frente a un Salinas agigantado, que le devuelve a Lotería del Táchira un trofeo que tiene mucho peso.