Hace unos días, ya de salida, el presidente Obama, del que no tengo duda lo ha hecho mucho mejor de lo que parece lo hará Trump, canceló la orden ejecutiva que le concedía a los cubanos que tocaban suelo norteamericano (pies secos) el derecho a permanecer en los USA. Esto, sin duda, fue un baño de agua helada para los muchos cubanos que tenían la esperanza de huir de Cuba por medio de frágiles balsas y que incluía el riesgo de ser devorados por los tiburones o ser devueltos a Cuba por la Guardia Costera norteamericana, si eran capturados cuando aún estaban en el mar (pies mojados).
Eliminar esa ley era un viejo reclamo de las autoridades cubanas que se quejaban que estimulaba la emigración ilegal, lo cual era verdad, pero bien que se guardaban ellas de reconocer que bastaba modificar sus leyes de emigración y la facilitaran a todo el que quisiera irse, como si los ciudadanos fueran propiedad del Estado cubano, una concepción muy extendida entre los antiguos Estados socialistasque prohibían las migraciones internas, por ejemplo, de la provincia a la ciudad, sin un pasaporte interno.
Me imagino que a todo lo largo de la costa cubana, frente a La Florida, cientos o tal vez miles de pequeñas y frágiles embarcaciones se quedaron a medio construir, al igual que las esperanzasde una vida mejor, no necesariamente más fácil, pero que en todo caso, dependía más de su dueño que de los dueños del Estado cubano.
Es que necesariamente, los castristas saben que cada cubano, al intentar irse, está diciendo que no está conforme con la vida que lleva, que está harto y que no quiere seguir contribuyendo a ese sainete. Es un gesto que en sociología política se conoce como “votar con los pies”, un “Me voy adonde pueda vivir mejor y sin que me estén vigilando constantemente y sin ser sancionado por decir una palabra políticamente inconveniente”
De esto los venezolanos estamos sabiendo algo: dos millones de “pies-votantes” ya han cruzado las fronterashacia otras partes del mundo que muestre algún grado de desarrollo superior al que tenemos aquí. Ya no es la clase media más o menos acomodada o la recién arruinada la que se va,ahora son los hijos del pueblo, los supuestamente beneficiaros de la Revolución Bonita. Es una diáspora, aunque hay que reconocerlo, el gobierno no ha intentado detenerlos. Lo cierto, es que el gobierno, por lo menos de la boca para afuera, se queja que los emigrantes no se van porque quieren, sino porque“se los roban”, habida cuenta de que los países receptores no han invertido un céntimo en su formación académica. Al dejar que se vayan, se libera de opositores que podrían causar problemas si no se van.
¿Qué ganaran los cubanos con este cambio de política?Todavía no lo tengo claro. Parece que quienes ganaron fueron el gobierno castrista y la economía cubana, que ahora puede exportar sin mayores inconvenientes. En términos generales, podemos suponer que si la economía gana, todo el país se beneficia.
