#opinion: ¿Enseñar para aplazar? por: Emigdio Castillo

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El ejercicio de la docencia exige de cada ser humano una condición fundamental que no es otra que el altruismo, expresado en su forma de vocación al servicio de los estudiantes, quienes vienen a ser los beneficiarios directos del desempeño de sus profesores. Al final de cada lapso o periodo académico hay un producto final expresado en conocimiento adquirido, pero que como todo proyecto debe ser evaluado.
Las nuevas tendencias educativas en el mundo se perfilan hacia una educación cada vez más abierta, en ella se concibe al estudiante como el eje en el que debe girar el proceso de enseñanza aprendizaje. Querámoslo o no, las sociedades han evolucionado y la educación no debe quedarse atrás, ninguna ciencia debería hacerlo, se requiere la evolución social, humana y también profesional.
En la educación moderna términos como alumno que en su sentido etimológico, proviene del griego “a” que significa sin y “lumen” que representa a la luz, de manera que un alumno es en su significado estricto un ser sin luz, es por ello que ahora se llama a los estudiantes participantes. El concepto del docente sabelotodo también se ha ido con el siglo pasado, hoy en día el docente es un facilitador, no un “complicador”.
En estos tiempos de cambios y entendiendo las particularidades de cada nivel de instrucción, se deben usar herramientas didácticas y tecnológicas que incluyan los distintos tipos de aprendizaje que se conocen en la actualidad, es un hecho que todas las personas no aprenden de la misma forma, ni al mismo ritmo. Es obligación de ese docente facilitador abarcar todas las formas y recursos de aprendizaje, tomar en cuenta las necesidades del que aprende.
A la hora de evaluar hay de igual manera un sinnúmero de recursos hoy en día. No es justo que hoy en día, instituciones educativas y docentes reputados de nuestra región, sigan aplicando métodos de enseñanza y de evaluación que se quedaron en la prehistoria. Es obligatorio actualizarse, el estudiante se lo merece.
La incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación TTIC, -en ingles llamadas TIC´s-, son un gran apoyo tanto para el facilitador como para el participante, el docente del siglo XXI debe entender su rol formador y romper con esos viejos esquemas. En la andragogía -educación de adultos- hay un criterio que es fundamental se llama horizontalidad, en el que facilitador y participante se encuentran a un mismo nivel o escalafón.
El llamado a los docentes de vocación es a reinventar su proceso educativo, hay que hacer el trabajo con amor. Un solo estudiante aplazado es un fracaso para el aprendiz, pero también lo es en gran medida para el educador. Enseña para que el estudiante aprenda, que tome para sí los contenidos, que los sienta suyos, no promuevas el aplazamiento o peor aún, la deserción.
Recordemos al gran educador que fue Simón Rodríguez quién aseveró: «El título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es al que enseña a aprender; no al que manda a aprender, ni al que aconseja que se aprenda”.

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