“Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca frente un desafío que pone a prueba nuestro coraje y voluntad de cambio” (Paulo Coelho)
La vida es un mar en constante movimiento y como tal, a pesar de su esplendor y su energía solo puede llegar hasta la orilla señalada por Dios. Nadie sabe cómo teje el tiempo los hilos de nuestro destino, ni hay quién pueda nuestros horóscopos descifrar. Pero sí sabemos que basta que surja una dificultad para que el espíritu se ponga a trabajar, aflore la creación y aprendamos del excelente maestro que mora en cada dificultad.
En algún momento nos ha sorprendido el dolor o el pesar, la decepción o la pérdida. En algún momento igual hemos tenido ganas de renunciar a los mismos sueños, se nos cae el ánimo ante las pruebas en las que solo queda rendirse o enfrentarlas. Es justo en las dificultades en donde la luz interna saca su mágico esplendor. En el mismo sol vemos que cuando su disco se hunde en la oscura noche es cuando produce sus mejores resplandores.
Unos sufren más que otros el embate de las contrariedades, las enfermedades, depresiones e impedimentos. Si captamos su lado positivo entenderemos por qué en las dificultades es que surge la imaginación para crear incluso paisajes nunca vistos.
Hay pruebas tenebrosas que anegan el ingenio, sarcófagos que impiden ver la luz propia, semillas que se quedan en la oscuridad, pesimismos que ahogan en la orilla, murallas de imposibles que no dejan ver las luces que guarda la fe al borde del manantial de la voluntad. Por cada lucha librada en cada rincón del camino hay una flor de esperanza que sonríe desde la profundidad de sus esmeraldinos verdes.
Hasta los genios han padecido las peores pruebas y han podido salir bien librados de estas.
Desde muy pequeño el genio musical Beethoven recibió golpes, sufrió de carencia afectiva, de mucha soledad y de enfermedades. En su edad adulta todo esto lo llevó a padecer fuertes depresiones. A los 26 años se dio cuenta que se estaba quedando sordo, prefirió apartarse de la vida social para que no se dieran cuenta de su sordera que iba en aumento. Llegó incluso a abrigar en su mente el deseo de suicidarse.
A pesar de haber vivido una existencia atormentada, enfermo, solo, pobre, etc., en sus largos paseos bajo la lluvia, bajo los árboles, viendo los pájaros y las bellezas de la naturaleza, fue esa sencilla e íntima alegría lo que mantuvo la fascinación de su lira encendida.
Embelesado en la “Oda a la alegría” del poeta Schiller, contra todos sus impedimentos auditivos, compuso “La novena Sinfonía” cuyo éxito fue rotundo.
La vida musical, sentimental y la salud de Beethoven estuvieron llenas de altibajos. Sus amores le dieron solo fracasos. Estos y su avanzada sordera lo empujaban una y otra vez a refugiarse en deprimente soledad.
En tiempos difíciles no falta el ángel que nos ayude a ver la luz que llevamos dentro. Cuando estaba en uno de sus más lúgubres momentos el músico conoció a una muchacha ciega que vivía cerca. Se hicieron amigos compartiendo penas y alegrías. Cuando le narró sus frustraciones a la muchacha, ella no entendía que poseyendo el maravilloso don de la música este hombre fuera tan pesimista. Con todo furor lo enfrentó reclamándole por qué renegaba si tocaba como los ángeles y ella que era ciega nada podía componer. Le decía que escuchar sus composiciones llevaba su espíritu a la alegría y al éxtasis. Lo daría todo por poder ver una noche de luna. Esto avergonzó a Beethoven quien lloró intensamente, arrepintiéndose por haber renegado de su sordera y su existencia. Prometió seguir adelante a pesar de sus dificultades. Casi sordo compuso su “Claro de luna” la melodía más bella de su repertorio, dedicada a la ciega. Años después compuso el incomparable “Himno a la alegría” en la que expresa su gratitud a Dios y a la vida.
Estamos llenos de esperas, de sueños y de luchas. Las dificultades son cuestas que hay que superar para llegar a la cumbre soñada. No hay alegría más grande que la de saber que son las dificultades las que despiertan lo aletargado de nuestro espíritu.
“Dios no nos prometió días sin dolor, risa sin tristeza, sol sin lluvia, pero sí prometió fuerzas para cada día, consuelo para las lágrimas y luz para el camino” (Facundo Cabral)
Amanda N. de Victoria
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#opinión: Por la puerta del sol – Las dificultades y nuestra luz interior por: Amanda N. de Victoria
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