San Juan Bautista, al ver venir aJesucristo hacia él,exclama: “Este es aquél de quien yo he dicho: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’. Yo no lo conocía” (Jn. 1, 30-31).
Llama la atención que San Juan Bautista parece no haber conocido personalmente a su primo Jesús. Significa, entonces, quetodo lo que él sabía del Señor, le había sido revelado por Dios de manera extraordinaria. Por una parte, Dios le reveló su eternidad: “Ya existía antes que yo”, nos dice San Juan Bautista refiriéndose a Jesús. Sabiendo que Jesús era unos meses menor que su primo, esta revelación resulta muy importante: San Juan Bautista, desde que lo ve, reconoce a Jesús como Dios.
Esta no es la única revelación que recibió el Precursor del Señor. Fijémonos que el Bautista nos vuelve a decir: “Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquél sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo’. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios” (Jn. 1, 33-34).
De tal forma que ya Dios Padre había dado a San Juan Bautista la clave para reconocer a su Hijo: “Aquél sobre quien bajara y se posara el Espíritu Santo”. Y en efecto, Juan dice que vio al Espíritu Santo descender del cieloy posarse sobre Jesucristo.
Sabemos que además San Juan Bautista escuchó la voz de Dios Padre que revelaba quién era Jesucristo: “Este es mi Hijo amado” (Mt. 3, 17). Y Juan nos dice también que su bautismo era sólo de agua para aquéllos que se convertían, pero que Jesús, el Hijo de Dios, nos bautizaría a nosotros con Espíritu Santo.
¿Y qué quiere decir esto? Esto es importantísimo: significa que el bautismo que Jesucristo instituyó, es decir, el Bautismo Sacramento, aunque se nos bautiza con agua, además de purificarnos del Pecado Original, nos comunica el Espíritu Santo, que tiene el poder de transformarnos interiormente. Que además el Sacramento del Bautismo nos comunica la vida de Dios, por la que somos también, como Jesús, hijos de Dios. ¡Esto se dice muy fácilmente, pero ¿nos damos cuenta de su gran significado?Es decir, que por los méritos de Jesucristo realmente somos hijos de Dios … y podemos llamar a Dios, “Padre”.
Recordar el Bautismo de Jesús es recordar la necesidad que tenemos de bautizar a nuestros hijos cuanto antes, para que puedan ser verdaderos hijos de Dios. Es un error esperar el Bautismo, porque se piensa que lo más importante es la fiesta y si no hay dinero para la fiesta, pues no hay Bautismo (!!!). Otro motivo de tardanza suele ser porque el padrino no vive aquí y vendrá quién sabe cuándo. Y la más grave: vamos a dejar que el niño decida cuando esté grande si quiere bautizarse o no. Pero veamos … para alimentarlo o vacunarlo o educarlo en tal o cual escuela, ¿se espera para que el niño decida? Y resulta que el Bautismo es para el alma muchísimo más importante que cualquiera de esas cosas que podemos darle a nuestros hijos en el plano material.
Todo para decir que al descuidar o retrasar el Bautismo innecesaria o indefinidamente estamos privando a los niños de gracias inmensas y muy, muy necesarias para su salvación. (cf. CIC #1261)
¿Es necesario el Bautismo para la salvación?
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