Leí con mucha preocupación que la Corporación Maneiro ofreció el apetecido papel para EL IMPULSO tramitado con antelación. ¿Habrá que alegrarse? Se trata de una noticia buena y otra mala. ¿La mala?: que el envió será para unas tres semanas más. O sea, corrieron la arruga. Tres semanas y volverá la angustia, quizás hasta un nuevo alto en la circulación del diario.
No pueden extrañarnos casos como éstos. Perdimos la capacidad de asombro y el gobierno su seriedad. Juega con el pueblo como al gato y el ratón. Lo toma o lo deja y “chito”, recordando al “taita” aquel durante su dictadura de 27 años (1908-1935).
La célebre exclamación de Juan Vicente Gómez, típica de los Andes representaba una orden, un mandato para hacer silencio, para callar en la escena política y manejo despótico del poder en Venezuela. Exigía sumisión, acatamiento sin discusión.
Por los momentos debemos regocijarnos de que volveremos cara a cara con la verdad ante un pueblo que no nos abandona porque nuestro cordón umbilical sigue atado al conglomerado contra viento y marea. Quieren callar nuestra voz, pero seguiremos cantando como el poeta Víctor Jara, de la triste historia chilena.
La suspensión de un medio en este país desangrado es una mala noticia. Lo es, sobre todo porque además sus trabajadores se agarran a un clavo ardiendo en estas circunstancias, sabiendo que a final de mes su salario puede desaparecer.
Venezuela está viviendo el segundo peor escenario de su historia en cuanto a libertad de expresión. Entre los años 2013 y 2014 al menos 9 medios impresos estuvieron sin circular temporalmente por falta de papel, otros 2 dejaron de publicarse en forma definitiva y más de 30 denunciaron dificultades para el suministro y la compra de materia prima. El jueves 17 de marzo del pasado año fue cerrado técnicamente
El Carabobeño, diario de más prestigio en el Estado Carabobo y sólo se mantiene con un semanario.
La crisis del papel está afectando por lo menos al 70 por ciento de los diarios venezolanos que han tenido que reducir la paginación y limitar la circulación para mantener las operaciones, se convirtieron en tabloide unos, y otros de 60 páginas pasaron a 24. Muchos trabajadores han quedado sin empleo.
El periodismo venezolano pagó muy caro durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez donde no había libertad de prensa, los diarios tenían censores, otros fueron cerrados, hubo violación de los derechos humanos y la libertad de expresión.
Vendrá una mínima cuota de papel como un paño caliente a la soberbia del pueblo por despojarlo de uno de sus iconos, pero al soberano se le caldearon los ánimos y junto a las instituciones se han volcado en apoyo al emblema informativo de la región, ya en sus 112 años, al cual tratan de silenciar seccionándole los dedos bajo la fórmula del desgaste.
Los periodistas debemos estar atentos a esta limitación de la libertad de prensa, teniendo como visión lo mismo que pasó con el régimen perezjimenista. En EL IMPULSO “su voz trasciende más allá del papel”.
