“Lo que nada nos cuesta, hagámoslo fiesta”, dicen los abuelos y parece ser un principio que se aplica muy bien en el gobierno de Nicolás Maduro, quien llegó a la presidencia sin ningún mérito, sin esfuerzo propio, sino por la petición “in extremis” del fallecido Hugo Chávez. Desde entonces ha jugado con el poder que le fue heredado sin un ápice de responsabilidad y reflexión sobre las consecuencias de sus decisiones.
El juguete favorito del presidente es la economía, juega con ella y se divierte tomando decisiones improvisadas, de último minuto y sin estudio previo de su factibilidad o impacto para los ciudadanos. Es así como decidió que para pagar los aumentos decretados de salarios, aumentaría en 201% la liquidez monetaria en tan solo 50 días, lo que trajo como consecuencia una devaluación masiva de nuestra moneda y mayor inflación. Pero como para todo hay excusas, el gobierno culpó a la página web innombrable e hizo como que nunca realizó esa irresponsable medida.
Luego de inundar el mercado con Bs 1,61 billones y destruir la capacidad de compra de la moneda, al punto que con el billete de más alta denominación no se logra comprar ni un pan; al señor Maduro se le ocurre que va a sacar de circulación el billete de 100 bolívares, lo más grave es que lo hace sin que haya entrado a circular el nuevo papel moneda y en un plazo de 72 horas de las cuales 24 pertenecen a un lunes bancario.
Las medidas que parecen salir de la imaginación del presidente en medio de sus discursos y anunciadas sin consultar con expertos, terminan generando grandes problemas a los venezolanos. Parece ser un placer para los jerarcas del gobierno ver a los ciudadanos en largas colas, esta vez ocasionadas por personas desesperadas por cambiar sus billetes en los bancos.
Debemos recordar que el billete de 100 representa la mitad del dinero circulante y que estas 48 horas que corren luego del lunes bancario provocarán pánico en una población que además de ser castigada por la inflación y la escasez ahora lo será por un gobierno que amenaza con eliminar el valor de su dinero.
Mientras todas estas preocupaciones se le añaden a la navidad venezolana, el presidente seguirá bailando salsa, comiendo bien y disfrutando los lujos del poder, mientras se le ocurre otra nueva forma de “jugar” con la economía.