El deporte tiene sus pausas, unas programadas y otras que derivan de las circunstancias, aunque casi nunca políticas, como pareciera ser la de ahora, cuando la falta de papel se viene como una penumbra que baña los escenarios y obliga a detener el juego por los momentos, hecho que consideramos, como en el fútbol, es el entretiempo, con la certeza y seguridad de que cuando volvamos, pese al árbitro-censor, amañado en sus sentencias, no podrán detener la intensidad periodística de quienes acometemos el hecho deportivo con fiereza para presentarlo con todas sus veleidades a esa cadena infinita de lectores que abrazan día a día las páginas de El Impulso.
Lamentamos, sobremanera, que justamente cuando Cardenales de Lara, el gran ícono de un pueblo que lo lleva en sus entrañas, no podamos dar el registro escrito de su buen momento. Repetimos, en el juego diario de la vida es una pausa, no concebida en más de 113 años de historia, pero que sirva la misma como acicante cuando vuelvan las acciones.