Recientemente se estableció como nueva sede de la morguecita, un depósito de cemento ubicado en uno de los extremos del Cementerio Nuevo, a pocos metros de la cerca perimetral y de los vestuarios de los trabajadores del camposanto. La decisión produjo molestia entre los empleados por las incomodidades que representa.
“No estamos de acuerdo con el cambio de la morguecita”, pronunció con firmeza Ariel Sánchez, uno de los 58 trabajadores. El rechazo lo fundamentan en que el depósito está justo frente a los salones usados para cambiarse de ropa, almorzar y descansar al mediodía. El olor les produce náuseas y les afecta el descanso, mencionó Hernán Parra, otro afectado.
En ocasiones, dijo Sánchez, los cadáveres permanecen en el sitio hasta tres días mientras los identifican y se determinan las causas de la muerte. Cuando eso ocurre el mal olor empeora, indicó el sepulturero.
Ellos no son los únicos descontentos con la situación, pues, los visitantes y los propietarios de los comercios cercanos también se han quejado. Reclaman a los trabajadores sin saber que de ellos no depende la ubicación de la morguecita.
El plan de la Alcaldía de Iribarren, precisó Parra, era acondicionar el depósito para que el olor no se expandiera por el camposanto, pero esto no se ha cumplido. “Todo el tiempo ofrecen y no lo hacen”, criticó Parra.
Disparo en el cráneo
Entre los últimos casos de personas halladas en estado de descomposición figura el de un adulto localizado en los cerros de la Circunvalación Norte, en la vía hacia Carorita, el jueves 22 de diciembre.
Tras explorar el cuerpo, los forenses determinaron que murió por un disparo en el cráneo. Se espera que a mediados de enero envíen desde Caracas los resultados de las pruebas útiles para precisar la identidad.