El papa Francisco insistió este jueves en la necesidad de continuar una reforma de fondo en el gobierno de la Iglesia, la Curia, considerando que deben ser propuestos laicos y mujeres procedentes de todo el mundo para los puestos clave.
En su mensaje anual antes de la Navidad a la Curia, el papa centró su discurso en esta reforma que emprendió hace cuatro años, subrayando que no debe resumirse a un simple «lifting», en tanto la Iglesia no de debe temer a «las arrugas» sino a «las manchas».
El papa argentino citó 12 criterios para guiar esta reforma. Entre ellos figura el «catolicismo» de la Iglesia -en el sentido de su universalidad- lo que implica la promoción de «un personal proveniente del mundo entero, que incluya diáconos permanentes y fieles laicos, hombres y mujeres, en particular en los dicasterios (ministerios) donde pueden ser más competentes» que los sacerdotes.
«Es de una gran importancia valorizar el rol de las mujeres y de los laicos en la Iglesia y su integración en los roles motrices de los dicasterios», insistió Francisco en un largo discurso.
Hasta el momento, todos los jefes de los ministerios, incluidos los designados recientemente por el pontífice, son eclesiásticos.
Haciendo un balance de todas las medidas tomadas desde el comienzo de su pontificado, el papa subrayó la seriedad de la reforma, que debe ser acompañada de «un cambio de mentalidad».
Para el papa, no es suficiente con cambiar el personal, sino que «hay que llevar a los miembros de la Curia a renovarse espiritual, humana y profesionalmente».