El Domingo Rojo, fue una matanza realizada por la Guardia Imperial rusa contra manifestantes pacíficos, conducidos por el sacerdote ortodoxo George Apolónovich Gapón. El 9 de enero de 1905, 200 mil trabajadores se reunieron a las puertas de la residencia de invierno del zar Nicolás II. Los manifestantes llevaban iconos religiosos, además de retratos del zar, para demostrar que sus intenciones eran pacíficas. Suplicaban al “padrecito zar” cambios económicos, dado que estaban en la miseria, pero la represión dejó cientos de muertos y miles de heridos. Este hecho es conocido como “El Domingo Sangriento”.
La noticia de la matanza no tardó en expandirse por todo el país y originó la sublevación de campesinos en las zonas rurales. Hubo huelgas en diferentes ciudades y motines en las Fuerzas Armadas. Nicolás II trató de apaciguar los ánimos creando el parlamento ruso -la Duma-. Este Zar fue apodado «Nicolás el Sanguinario» y durante su reinado, el Imperio ruso se hundió económica y militarmente. Los socialistas boicotearon la Duma y finalmente ésta suspendió sus actividades en 1917.
El más fuerte opositor que tenía el zar era Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin, quien pronunció un discurso el 9 de enero de 1917, en Zurich, y se publicó en Pravda el 27 de enero de 1925. En él evocaba: «Hoy se cumple el duodécimo aniversario del Domingo Sangriento, considerado como el comienzo de la revolución rusa». Lenin recordó la petición que formulaban los obreros al régimen zarista: «somos unos esclavos desgraciados y escarnecidos; el despotismo y la arbitrariedad nos abruman (…) solicitamos de nuestros amos que nos den lo mínimo para que la vida no sea un martirio». La petición solicitaba: “amnistía a los presos políticos, libertades públicas, salario normal, entrega gradual de la tierra al pueblo y convocatoria de una Asamblea Constituyente «.
Lenin, jefe del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, buscaba un mediador que estuviera cerca del zar Nicolás, porque era partidario del diálogo para ablandar posiciones. ¡No lo consiguió! Como todo comunista que busca el poder, con un Cristo en la mano, concluyó: «Señor, no niegues la ayuda a tu pueblo. Derriba el muro que se alza entre Tú y El. Solo tenemos dos caminos: la libertad y felicidad o la tumba». Narró el progreso existente tras la huelga de 1905 y cómo se conquistó la libertad de prensa, eliminándose la censura: «sólo en San Petersburgo se publicaron tres diarios socialdemócratas con una tirada de mas de setenta mil ejemplares». “El sanguinario “y Lenin, ambos como dueños del gobierno, acabaron con las libertades públicas.