La Iglesia Católica inició este domingo 27 de noviembre un nuevo Año Litúrgico, con el primer domingo de Adviento, tiempo que invita a los fieles a prepararse para el nacimiento o la llegada de Jesús.
Adviento significa “venida” o “llegada”, por tanto para los católicos se traduce en un tiempo de espera y preparación, de penitencia y oración previa a la Navidad.
Se divide en dos partes: “la venida escatológica, que representa el dogma de fe que establece que Jesucristo vendrá al final de los tiempos, tema que se aborda en las eucaristías de los dos primeros domingos de adviento; y la venida histórica, abordada los dos últimos domingos de adviento, con el fin de recordar el misterio de la encarnación y la vida de Jesús en la tierra”, así lo explicó el padre Humberto Tirado, durante la misa celebrada en la Iglesia Santa Rosa de Lima, a las 6:00 de la tarde.
Decenas de feligreses asistieron a la eucaristía en la que el sacerdote preguntó ¿estamos preparados para recibir a Jesús? ¿tenemos un corazón limpio para hacerlo? La respuesta, según su homilía, está en la oración. “Vigilen y oren, trabajen cada día para limpiarlo… y quienes consideran que ya tienen su corazón limpio deben pedirle al Señor perseverancia”.
“La Iglesia, como madre buena, nos invita a vivir mejor nuestra fe y aumentarla cada día… cada año debemos vivir la Navidad, entre el 24 y el 25 de diciembre, de una forma diferente y con mayor madurez cristiana”.
En el adviento los altares de todos los templos católicos se visten de morado, color que es signo de penitencia y conversión, y que también se utiliza durante la Cuaresma, tiempo de preparación previo a la Semana Santa.
“En este tiempo de penitencia, San Pablo nos invita a realizar obras para vencer las tinieblas, ¿cómo lo hacemos? dejando de lado los chismes, las quejas, la envidia, la lujuria y los pleitos”, aseguró el presbítero, quien se desempeña como administrador parroquial del templo de Santa Rosa.
En el altar también se encontraba la tradicional corona de adviento, considerada como “un signo eterno para revivir la fe”. Se trata de una guirnalda circular, con cuatro velas o cirios (velones) y decorada al gusto de cada familia; el color verde de la guirnalda representa la esperanza y su forma circular representa a Dios y su amor y misericordia, que no tienen fin.
Cada domingo de adviento se enciende una vela, se reza y se canta alrededor de la corona. “Es importante tener claro que la corona de adviento no es un amuleto, es un signo que nos invita a revivir nuestra fe”, reiteró el padre Tirado.
Al término de la homilía pidió a la Divina Pastora “que nos enseñe y ayude a esperar, con un corazón limpio, la llegada de Jesús”.