Un programa de estabilización y de ajustes estructurales para nuestro país no debe ser adscritoen su totalidad a ninguno de los dos enfoques económicos que se aplicanpara este fin: el ortodoxo, basado en la Escuela Clásica, también conocido como neoliberal y fondomonetarista y el heterodoxo, sustentado fundamentalmente, en la corriente estructuralista y en la Escuela Post Keynesiana. El debate sobre qué perspectiva económica de las antes señaladas es la más apropiada para la recuperación de nuestra economía resulta estéril ante los hechos que distinguen a la actual crisis de nuestro país, la cual,sin lugar a dudas, rompe los moldes de lo conocido, por lo que no hay manual de economía que sirva de guía para entender y atender la magnitud del desastre económico que padecemos. Veamos el por qué.
El enfoque ortodoxo,por ejemplo, instituye para abatir la inflación, una política restrictiva en la demanda agregadamediante el ajustedel consumo interno del país a la capacidad productiva existente, esto, con el subsecuente efecto recesivo en el PIB;esta prescripciónno es pertinente para nuestra economíaya que el PIB ha venido decreciendo sostenidamente (-4,1% en 2014, -5,7% en 2015 y se estima para 2016 en -12%), y pretender ajustar lo que la población demande para su sustento a la actual oferta nacional de bienes y servicios dramáticamente contraída (las empresas funcionan con un 35,2% de su capacidad instalada y con tendencia a mayor contracción), sería un exabrupto. Por lo tanto,el “equilibrio” entre la oferta y la demanda de bienes se debe canalizar a través del crecimiento de la oferta nacional sin menguar aún más la capacidad de compra del venezolano. Por el lado del punto de vista heterodoxo, particularmente del post keynesiano, la inflación se manifiesta cuando la capacidad productiva de un país se encuentra en su máximo nivel (100%) y ésta no puede responder con más producción ante incrementosadicionales de la demanda agregada nacional, situación que evidentemente no es la de Venezuela.Como se observa, no se puede tomar a pie juntillas y como recetario, ninguna de las posiciones o teorías económicas en el abordaje de nuestra propia crisis.
Es pertinente, en este sentido, remitirnos a lo que precisa el Economista J. D. Sachs enrelación al afrontamiento del problema económico.Éste señala que se debe tomar en cuenta laspeculiaridades de la crisis, es decir, distinguir los aspectos distintivos y diferenciales del padecimiento económico que permitan realizar un diagnóstico acertado para actuar en consecuencia;este tipo de acometimiento lo describe este especialista como “economía clínica”, haciendo una analogía del tratamiento de la enfermedad económicacon la atención de los pacientes de parte de la medicina clínica.
Sachs señala que la medicina clínica aporta 5 lecciones claves para la buena práctica económica: 1) las economías al igual que las personas, son sistemas complejos, por lo que su emprendimientodebe llevarse a cabo de manera integral ya que todas sus partes o sistemas se encuentran interrelacionadas; 2) los economistas, al igual que los médicos, deben aprender el arte del diagnóstico diferencial; 3) la economía clínica debe concebir el tratamiento en términos “familiares”y no solamente individual, siendo en este caso la comunidad internacional el núcleo “doméstico” del país por la interdependencia que impone la globalidad mundial; 4) la buena práctica económica al igual que la médica, debe juzgarse por los resultados obtenidos, lo que obliga a comparar los objetivos trazados con los logros esperados y 5) Los profesionalesdel desarrollo económico deben exhibir en todo momento su compromiso ético en la búsqueda de las soluciones correctas a la problemática planteada.
El conocimiento, el rigor, el sentido práctico y la honestidad se imponen para salir de esta terrible crisis económica.
