En el ejercicio de sus funciones murió, ayer, José Luis Rodríguez Linarez, funcionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) subdelegación San Juan e hijo de la concejal en Iribarren por el Psuv, Teresa Linarez.
Rodríguez Linarez se encaminó hacia el barrio La Paz, al oeste de Barquisimeto, con la intención de ubicar y arrestar a Raúl Antonio Mendoza Mercado, alias El Raulito, un hombre de grueso prontuario que figura en la lista de más buscados por los organismo de seguridad de la región.
No asumió la tarea en solitario. En total eran siete funcionarios actuantes. Se encontraron con, por lo menos, cinco hombres armados dentro de una casa de la calle cuatro, sector seis, de La Paz, donde se suponía que estaba El Raulito.
Desde una de las habitaciones de la vivienda uno de los hombres armados presionó el gatillo contra los funcionarios repetidas veces y estos se defendieron de la misma forma. En el tiroteo una bala alcanzó a Rodríguez Linarez y tan pronto como pudieron lo trasladaron a un centro asistencial. Dejó de respirar poco después.
Entre tanto, otros tres hombres cayeron heridos y dos, al parecer, se escabulleron cerro adentro. Al trío de baleados los condujeron a la emergencia del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda, donde fallecieron instantes después.
Dos de ellos eran padre e hijo, Roseliano Bautista Gómez Pineda y Luis Armando Gómez Jiménez. Ambos vivían en la casa donde se desencadenó el enfrentamiento desde hace más de 10 años. El otro abatido no fue identificado en el momento por la policía científica. Uno de ellos, presuntamente, estuvo detenido recientemente por robo.
En el lugar fueron recogidas como evidencias un arma de fuego tipo revólver; calibre .38; dos pistolas calibre 9 milímetros; otra marca Beretta de uso reglamentario del funcionario ultimado; y una tipo escopeta de fabricación rudimentaria. Por lo menos 17 conchas de calibre 9 milímetros quedaron esparcidas en el sitio.
Familia sana
En más de una década teniéndolos como vecinos los residentes del sector seis de La Paz no tenían quejas sobre la familia Gómez. Desde que llegaron de Valencia para instalarse en suelo larense no habían escuchado adjetivos negativos que los describiera. Al contrario, afirmó una habitante de la zona, eran “sanos y trabajadores”.
No saben con exactitud cuántos hermanos vivían allí junto con sus padres. Sí conocen que, ayer pocos minutos antes de que retumbaran las detonaciones, dos de ellos habían salido a trabajar en las empresas donde prestaban servicios como vigilantes, el mismo oficio de su padre Roseliano, cuyos gritos de lamento resonaban afuera, relató una mujer que vive a pocos metros de la vivienda de los Gómez.
Los abatidos portaban armamento, adujó otra habitante del barrio, porque querían vengarse de unos delincuentes que este sábado irrumpieron dentro de la vivienda y sometieron a la madre, padre, hijos y la esposa de uno de ellos para apropiarse de un televisor.
Como actores de ese robo acusaban a los integrantes de la Banda del Cinco. Estos sujetos, se repitió en las voces de los vecinos, mantienen perturbados a los habitantes del sector cinco de La Paz. “Para allá es donde deberían ir (el Cicpc)”, sugirió una vecina.
Detective respetado
La dinámica poco usual de ayer en la parte externa de la morgue del hospital central, copada de detectives y personas identificadas con los logos de instituciones públicas de la región daban cuenta de la magnitud del caso. Se esperaba la entrega del cadáver de un detective y de otros tres hombres muertos en el mismo hecho.
El funcionario, llamado entre la confianza de los más cercanos como El Puma por haber sido bautizado con el mismo nombre del cantante venezolano, era un buen trabajador y persona.
En agosto cumplió 33 años de edad. Los últimos seis los vivió como detective del Cicpc, primero en Maracay, donde estudió y ejerció los primeros meses, y luego en la capital larense. En ese tiempo, demostró ser un buen detective. “Un excelente funcionario que murió cumpliendo su deber”, describió el comisario José Jaramillo, jefe de la subdelegación San Juan. Este mes, Rodríguez Linarez había sido ascendido a detective agregado.
Los halagos se replicaron entre vecinos del barrio José Félix Rivas, donde se crio. Allá, comentó un allegado, lo califican como un hombre “ejemplar” y colaborador. De hecho en la última conversación que ambos sostuvieron Rodríguez Linarez se había ofrecido a ayudar en la celebración de Navidad tradicional en el sector.
Deja huérfanas a tres niñas, la más pequeña de seis meses de nacida y compungida a su familia, formada por cinco hermanos.
El peso de El Raulito
Raúl Antonio Mendoza Mercado, conocido por el diminutivo de su nombre en el ámbito delictivo, es un hombre en la mira de los cuerpos de seguridad del estado por los múltiples casos en los cuales está involucrado. Se le considera entre los de mayor peligrosidad de la región.
Sus antecedentes más antiguos son por robos cometidos entre 2007 y 2013. También tiene dos solicitudes de hace dos años.
Los señalamientos más graves son por su presunta participación en una serie de crímenes. Se cuentan entre esos casos el asesinato de Junior Jesús Espinoza ocurrido el 12 de octubre del 2014; el de Yorbis José Mejías Mendoza sucedido en Prados de Occidente, a quien supuestamente mató para robarle una moto y el de José Naul Ortega Quintero ultimado en el caserío El Guayabal.
Ayer, en el intento por aprehenderlo de una delegación de San Juan el Raulito logró escapar.