Desde hace varios meses, en la avenida Venezuela, un poco después de la intersección con la Argimiro Bracamonte, sentido oeste-este, existe un bote de aguas negras.
Líquidos putrefactos anegan la calle y afecta al ambiente, sin olvidar, las molestias generadas a los comerciantes y clientela de un centro comercial ubicado justo en la esquina donde ocurre el desperfecto.
Al parecer, la hidrológica ya está al tanto del problema, sin embargo, no acuden las cuadrillas de servicio a solventarlo. Mientras tanto, persiste la fetidez y proliferan los microbios.
Ana Hernández, residente de la urbanización Terrazas del Parque, declaró que el problema data de hace un año aproximadamente y por tratarse de una obra de gran inversión no estarían atendiendo el caso.
La ingeniero Adriana Díaz, presidenta de Hidrolara, explicó en una entrevista reciente con EL IMPULSO que para realizar una reconstrucción en la red colectora se necesitan como mínimo 150 millones de bolívares.
Aunque todavía los vecinos no saben, a ciencia cierta, si es necesario reconstruir la tubería, piden que se resuelva la situación.
Por otro lado, en la misma avenida Venezuela, frente a un centro comercial, el mal estado del asfalto agobia a los conductores que circulan a diario por el sitio.
La Alcaldía de Iribarren, a través del plan Asfalto Parejo, lleva a cabo rehabilitaciones en las vías principales de Barquisimeto, sin embargo, hacia este lado no ocurre ninguna mejora.
Cuando llueve, el agua se acumula en los pronunciados cráteres y hace caer a los carros: “Nadie ve esos huecos cuando llueve”, dijo Jesús Torrealba, de una línea de taxis privada.
En este sentido, resulta conveniente que la Empresa Municipal de Infraestructura y Conservación del Ambiente (Emica) inicie las reparaciones. Otra de las realidades que generan los huecos en este tramo, son las interminables colas de vehículos, en las horas “pico”, cuando todos los conductores tratan de esquivarlos y sólo ocasionan retrasos en la circulación.
Además, existe el riesgo evidente de un accidente cada vez que se intenta esquivar el inevitable hueco.
Foto: Ángel Zambrano