El resultado de las elecciones no traería cambios fundamentales en la petrolera estatal PDVSA, pero mientras un nuevo Gobierno de Hugo Chávez profundizaría el uso de la firma como herramienta política, la oposición buscaría llevarla a un esquema más comercial.
La empresa, que es responsable del 95 por ciento de las divisas que ingresan al país caribeño y está sentada sobre las mayores reservas de crudo del planeta, es la piedra basal de la economía del país miembro de la OPEP.
En lo que coinciden tanto Chávez como su rival Henrique Capriles es en elevar el bombeo de petróleo lo antes posible para generar más fondos que permitan invertir en otras industrias y así lograr el viejo anhelo venezolano de reducir la dependencia al oro negro.
Los pobres resultados operativos de PDVSA en los últimos años y su creciente récord de accidentes han trabado el cumplimiento de sus metas y actualmente produce menos de 3 millones de barriles de crudo por día.
A continuación, los principales escenarios petroleros dependiendo del resultado de los comicios de octubre:
CHÁVEZ GANA, LOS PACTOS CONTINÚAN
Después de casi 14 años de cambios y ambiciosos planes, el Gobierno de Chávez tendría otros seis años más para hacer fluir los primeros barriles de crudo de una media docena de proyectos multimillonarios que suscribió con firmas extranjeras.
El Gobierno apuesta a desarrollar la vasta Faja del Orinoco para acabar con el aletargamiento de la extracción petrolera, que en el 2010 llegó a su menor nivel desde el paro de 2002 y 2003 que llevó al Gobierno a tomar las riendas de la principal empresa del país.
Petróleos de Venezuela (PDVSA) busca aumentar el bombeo a unos contundentes 4 millones de barriles por día (bpd) para el 2014.
De la mano de firmas extranjeras, Chávez también podría darle un impulso definitivo a la industria del gas y comenzar a explotar sus enormes reservas costa afuera para aliviar el déficit del mercado interno, que es alimentado en parte con importaciones desde Colombia y que amenaza con volver a causar una crisis eléctrica como la que vivió el país en el 2010.
PDVSA entrega la mayor parte de sus ingresos al Gobierno vía impuestos y aportes sociales, un esquema que mantendría y que podría acentuar las ineficiencias que según sus críticos asfixian las inversiones.
Chávez delega en la empresa tareas que no están directamente relacionadas con su actividad principal, además de haber suscrito con naciones aliadas una miríada de pactos con financiamiento blando y pagos en especie que han constreñido su flujo de caja y aumentado sus cuentas por cobrar.
La creciente politización de la empresa, exacerbada desde que los sindicatos de trabajadores que se unificaron en una sola federación adepta al presidente Chávez, podría intensificarse, según analistas.
CAPRILES GANA, PDVSA REDEFINE SU VISIÓN
Capriles no podría hacer cambios demasiado profundos con un Congreso adverso, la Asamblea Nacional con mayoría chavista no se renueva en estas elecciones, y deberá regirse por la Ley Orgánica de Hidrocarburos promulgada por Chávez en el 2001.
Esa norma obliga a PDVSA a tener la mayoría accionaria de los proyectos de exploración y producción de crudo en el país.
Sin embargo, Capriles ya anticipó que revisará las decenas de pactos internacionales bajo los cuales Venezuela provee petróleo y derivados e incluso los intercambia por créditos, bienes y servicios.
Una decisión como esta podría traer nuevas demoras a vitales proyectos productivos de la estatal.
Capriles ha insistido en que no reducirá la abultada plantilla de trabajadores de PDVSA, que supera 100.000 personas en la actualidad, pero advirtió que el único despedido de la estatal sería su presidente y ministro de Petróleo, Rafael Ramírez, uno de los hombres más fuertes del chavismo.
El candidato opositor también ha negado que pretenda privatizar PDVSA o subir el precio local de los combustibles tras 14 años de congelación, todos señalamientos del oficialismo.
Asegura que buscará despolitizar PDVSA, algo que ha despertado temores en expertos de la industria sobre posibles huelgas.
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