El abogado y defensor de Derechos Humanos (DDHH), Rafael Narváez condenó que el Gobierno de Nicolás Maduro “luce prepotente al no aceptar el mecanismo electoral que no es más que la fuerza de una democracia a través de la consulta popular. Someterse a la voz del pueblo es hacerlo a la voz de Dios”.
Rechazó el reciente anuncio hecho por el primer mandatario acerca de que a Miraflores no se podrá entrar ni con votos ni con balas. “¿Entonces cómo se va a entrar a Miraflores? Las balas entran con los militares cuando dan los golpes de Estado y los votos los da el pueblo, justo donde reside el poder originario. Es un derecho fundamental político que el Presidente le niega a una población hambrienta y desesperada”.
Responsabilizó al primer mandatario de lo que pueda ocurrir en el país debido a su intransigencia en someterse a la consulta popular. “Parece que quienes integran los poderes públicos del Estado venezolano no les duele la gente. Un hombre que regresa a su casa viendo a su hijo que no tiene leche, ni medicinas, es un padre que se desespera y al ser millones en esa condición, pueden producir una violencia sin control y de consecuencias incalculables”.
“Con el respecto a su investidura, me da mucha lástima porque al Presidente lo conocí como una persona humilde cuando fue parlamentario, y solo le puedo decir que los crímenes que se han cometido en su gestión en cuanto a la salud, hambre, inseguridad y el alto costo de la vida no prescriben, por lo que deberán responder en algún momento ante los tribunales de justicia”, sentenció.
Aseguró que el Defensor del Pueblo tiene responsabilidad frente a lo que ocurre en el país y por su inacción para afrontar hechos inocultables. “La figura del defensor del pueblo ha ido desapareciendo. No nada en lo hondo y no asume su responsabilidad. No opina del hambre, de la salud, de la inflación y el alto costo de la vida, ni entre la competencia por la muerte que hay entre el hampa y la Operación para la Liberación del Pueblo, OLP”.
Reconoció que es triste tener que denunciar que en Venezuela, “estamos ante un Estado indolente y un pueblo con hambre que se debate entre las sobras o pelearse por la basura, donde la salud está por el suelo”.