Para recordar: “Todo lo que tu mano halle para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque no hay actividad, ni propósito, ni conocimiento, ni sabiduría en el Seol (la tumba) adonde vas” (Eclesiastés 9:10).
El día de los difuntos, es una tradición católica y se celebró entre el 01 y 02 de Noviembre. Aunque los muertos no saben nada, recordamos a los de fallecidos en Lisboa, debido a un gran terremoto anunciado en una profecía bíblica (Apocalipsis 6:12,13) y por lo catastrófico, con repercusión mundial, se considera que ocurrió en tal localidad.
La es.wikipedia.org, señala que este desastre sucedió el 01 de Noviembre de 1755, durante la mañana del día de los muertos, “conmemoración nacional en Portugal y otros países católicos”. Por este terremoto murieron unas 100 mil personas; casi la mitad de la población.
Justo el día 30 de Octubre, mi esposa Susana y quien escribe, nos encontrábamos en uno de los cementerios privados de ésta ciudad. Estando allí, recibimos varios mensajes de mis hermanos y familiares recordando que mi señor padre, Claudio Miguel González, de no haber fallecido el 31 de mayo reciente, hubiese cumplido 96 años; pero nuestro Dios le llamó al descanso en otro país.
Ese día, aprovechamos de acomodar (limpiar), un poco, tres tumbas: Sras. Trinidad Pérez, María Ferrer de Díaz, y María Oracia Sánchez (Todas de nuestra familia). Allí conocimos al amigo Anderson Perdomo; a quien le pedimos el favor que le diera una “podadita” a la grama y con la misma la desmalezara.
Mientras trabaja, nuestro amigo Perdomo nos contó parte de su historia, la cual nos llamó la atención. Nos informó que tenía más de 20 años en esa labor, y desde temprana edad trabajaba con su padre, en ese lugar. Como Anderson lo vio muy esforzado, para levantar su familia, dejó sus estudios de ingeniería industrial y así dedicó más tiempo al trabajo.
Con esa ayuda familiar, dos de sus hermanas son ahora licenciadas en enfermería y una tercera hermana, también estudia la misma carrera. Lamenta que su hermano, más pequeño, no haya proseguido sus estudios por dedicarse al trabajo.
Aprovechamos de orientarlo en cuidar su salud, y le aconsejamos evitar vicios nocivos contra su cuerpo y con la misma nos manifestó, que estaba en esa lucha para apartar lo malo.
Con su trabajo continúa aportando, junto a sus hermanos, para al sustento de sus padres, quienes están enfermos. Pero, lo más interesante, es que la máquina desmalezadora que usa, es de un compañero de labor, quién sufrió un accidente en una motocicleta y lamentablemente la empresa, a su compañero, le bajó el sueldo a la mitad. Por ello, Anderson decidió que dicha máquina en sus manos y sus ratos libres, produjera un ingreso extra para su amigo convaleciente.
Las buenas acciones de Anderson Perdomo, tanto para su familia, como para su amigo, merecieron nuestra felicitación.
En ese sentido, Salomón sugirió realizar todo, mientras tenemos vida; porque en la tumba no hay “actividad, ni conocimiento…”. Tal vez por ello, el apóstol Pablo dijo: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23), porque es Dios quien otorga la vida eterna.
Ya que en la muerte todo fenece, se hace necesario la resurrección (Juan 11:25) en la Segunda venida de Cristo, como recompensa de lo que hayamos hecho mientras estamos vivos.
