El saldo azul en octubre (11-10) es reconfortante para Cardenales. Cuatro triunfos al hilo hacen que el club aliente esperanzas con la explosión de algunos maderos y la férrea tarea de un grupo de abridores cuya consistencia se manifiesta en cada salida.
Probablemente la nota puntual que más optimismo genera es la capacidad de reacción. Por eso, tres de las cuatro victorias de la semana fueron en remontada, particularidad extraviada en los últimos años. Que Rangel Ravelo y Héctor Giménez hayan sonado la mitad de los doce imparables de ayer es una buena noticia en la cueva roja.
Antes del juego dominical la banda crepuscular tenía con .249 la penúltima cifra ofensiva del torneo, solo delante de los Tigres (.246). Es probable que Luis Dorante haya dado con la fórmula que le permita una alineación estable. Elvis Escobar, Ildemaro Vargas y Juniel Querecuto son tres fichas que, juntas y arriba, molestan demasiado a los tiradores rivales.
Están circulando mucho en las bases y solo se requiere que revienten los bates del medio. La mayoría de los juegos de pelota en esta liga se ganan y se pierden en los innings centrales.
Tres relevistas magallaneros no pudieron rubricar el trabajo fuerte del japonés Toru Murata, a quien Lara solo le conectó cuatro hits en cinco entradas. Cardenales en cambio tuvo un abridor de altibajos en Jorge Martínez, pero cinco bomberos se repartieron doce outs. Los Navegantes solo sonaron un inatrapable en los cuatro últimos episodios, recibiendo una ración similar a la del sábado en Valencia.
Con dos importados en la banca el cuadro local muestra gran profundidad para los movimientos postreros, sobre todo a la defensiva. Ayer Dorante prefirió dejar en la banca al crecido Gustavo Molina, mientras descansaba también a Carlos Rivero, cuyo slump está fuera de lo común. Sorpresa muy agradable ver los palcos centrales y laterales a reventar.
Por mucho la mayor asistencia este año. Buen síntoma y muestra palpable de que las promociones funcionan y el mercadeo es evidente. Eso sí, no hay mejor propaganda que ganar juegos. Uno encima de quinientos es halagüeño en el balance del primer tercio de campeonato. Hay sonrisas en la cueva de la izquierda. Las cosas están cambiando.