¿Refuerzas tu imagen personal?

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Parece una simpleza y hasta no le damos importancia, pero de estos detalles también depende nuestra imagen frente a los demás. Recordemos que no solamente vivimos en casa sino que estamos en una organización y en la calle.
Un paso firme es propio de personas enérgicas y decididas, uno lánguido, de personas depresivas y dejadas. Si es rápido indica decisión y vivacidad de espíritu. En cambio, lento indica reflexión y mesura.
El regular es propio de personas constantes en los sentimientos y en las ideas. Cuando es irregular es propio de las personas cambiantes, rectilíneo muestra que se va directo a un objetivo y ondulante es propio de personas diplomáticas y con espíritu insinuante.

Un paso conciliador indica carácter conciliador y capacidad de adaptación, si es rígido indica carácter difícil y poco acogedor. El ordenado indica claridad de espíritu, eficacia y economía de energías. Mientras el desordenado es una muestra de que se malgasta energía y se tiene un espíritu desordenado.

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Después de hablar sobre la forma de caminar, estudiemos ahora la importancia que tiene el tono de voz y verifiquemos cómo es el nuestro. Muchas personas reconocen por teléfono cual es el estado de ánimo de su interlocutor. Del mismo modo que la mirada es la expresión del alma, la voz también puede serlo.
Nuestro tono de voz es determinante en la impresión que se lleva de nosotros la persona que nos escucha. Por esta razón, es importante educarla, porque por medio de ella influiremos en nuestra actividad social. Según el tono y el volumen que utilicemos a la hora de hablar, los demás considerarán que son más o menos agresivos, cálidos o más o menos sumisos. Nuestra voz evidencia, en cierto modo, algunos rasgos de nuestra personalidad.
Un tono de destaque por su monotonía aburre a los demás, hace que estos pierdan toda la atención en lo que se dice, por mucho interés que tenga el mensaje. Un tono variado y enfático es propio de personas dinámicas y extrovertidas. Es conveniente no utilizarlo demasiado, puede fatigar a los interlocutores, que pocas veces verán la ocasión de expresarse.

La entonación correcta es aquella que da sentido a nuestras afirmaciones, que enfatiza las palabras que queremos destacar y que transmite nuestro verdadero estado de ánimo.

En cuanto al volumen que utilizamos al hablar, si lo hacemos muy alto, daremos la impresión de ser personas seguras. Si hablamos bajo, los demás pensarán que estamos tristes o deprimidos o que tenemos un carácter sumido y poco decidido.

Si hablamos demasiado alto, podemos resultar desagradables, tocos o agresivos. De este modo, fácilmente los demás huirán de nosotros. El volumen más adecuado es el que se corresponde con nuestro estado anímico. Si nos sentimos alegres, seguramente el volumen de nuestra voz será alto, en el caso de que estemos tristes, hablaremos más bajo con menos energía y más lentamente.

Recordemos que hay cinco aspectos clave para hacer un buen uso de nuestra voz: el tono, el volumen, la velocidad, el ritmo y una buena articulación. ¡No lo olvides!

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