De origen Occidental, el origami es un arte que consiste en plegar papel para obtener figuras de variadas formas, ofreciendo una gran cantidad de beneficios que permiten desarrollar habilidades. Si es aficionado o le gustaría aprender a elaborar maravillosas creaciones, lea este artículo, investigue y ponga a volar su imaginación
El origami o papiroflexia, es considerado un arte muy antiguo que procede de China y Japón al igual que el método Kumon (creado para incentivar el aprendizaje en los niños a través de ejercicios matemáticos y lógicos) siendo una actividad muy entretenida y con muchos puntos a favor, que van desde la estimulación de la creatividad o la coordinación óculo-manual a la mejora de la comprensión geométrica y espacial.
Literalmente, la palabra significa “doblar papel” y en sus inicios fue un pasatiempo reservado a los ricos, formando parte de grandes ceremonias de la nobleza, pues era un lujo que únicamente podían darse las personas de buena posición económica. Luego, al desplazarse por varios países y con el desarrollo de grandes acontecimientos sociales y culturales, la actividad se hizo más accesible a diversos estratos y grupos, lo que permitió, entre otras cosas, el nacimiento del primer libro de origami llamado Hiden Senbazuru Orikata, que sentó las bases de la práctica moderna dejando a un lado el recorte, la pintura y la pega, para defender la idea única de plegar, exaltando lo estético.
Aunado a este importante hecho, se comenta que en España esta actividad estuvo popularizada por Miguel de Unamuno, hombre que escribió varios libros sobre cómo hacer pajaritas de papel, designando a la actividad “cocotología” (termino derivado de la palabra cocotte o “gallina” en francés) relacionada con aves.
Entrando en materia y según el japonés Kunihiko Kasahara, la papiroflexia es una manera de evocar las posibilidades ilimitadas que se encuentran en el papel, a pesar de ser considerado uno de los materiales más corrientes de la vida diaria. De una hoja aparentemente inútil, pueden surgir animales, plantas, objetos, figuras humanas e incluso, formas abstractas avanzadas, convirtiéndose en algo que puede ser preservado “mediante el gesto de doblar”.
Así mismo, para la sensibilidad japonesa, el éxito de una creación depende de su estructura y proporción, planteándose varias interrogantes ante una figura de papel: ¿Llega a expresar la forma verdadera del objeto? En el caso de tratarse de un animal: ¿Sugiere la forma de moverse, su paso, deslizamiento o galope? Y finalmente, ¿Es una reproducción de aquello original o profundiza en su carácter esencial? Éstas y otras interrogantes, son planteadas desde hace muchos años por conocedores y aficionados de la actividad milenaria, que con el paso del tiempo, se ha hecho parte de la cultura en muchos países.
Un aporte a la educación…
Por otro lado, está comprobado que el origami es un gran aliado para la comprensión de las matemáticas y para la pedagogía, constituyendo una herramienta que permite desarrollar diferentes contenidos en el aula de clases, no sólo conceptuales sino también procedimentales.
Covadonga Blanco y Teresa Otero, españoles y docentes en el área adscritos a la Universidad de La Coruña, señalan que para el matemático la belleza de la papiroflexia se encuentra en su simple geometría, ya que en cada trozo de papel hay patrones geométricos, combinaciones de ángulos y rectas perfectas, que permiten a la hoja llegar a variadas e interesantes formas.
De cualquier manera, la práctica de esta actividad en sus ratos libres siempre será positiva para cualquier persona, independientemente de la edad o el grado de formación académica. Lo importante es tener claro lo que se busca lograr, estar preparado para volverlo a intentar y finalmente como algo entretenido, que llamara la atención y que de seguro, encantará a más de uno.
Beneficios en los niños
En los pequeños, el origami ofrece una serie de beneficios que ayudan a su desarrollo y crecimiento integral. Conozcamos algunos de ellos…
Incentiva la imaginación: el niño puede crear sus propios diseños originando nuevas figuras, esto potencia la capacidad de visualizar e imaginar.
Mejora la destreza manual: la actividad permite estimular la coordinación de las manos con los ojos, para obtener pliegues perfectos. Por ello, indudablemente mejora la atención, el cuidado y la precisión.
Desarrolla la paciencia y la constancia: se descubre la necesidad de varios intentos para que la figura salga bien. Con esto, el pequeño conseguirá aprender siempre de los errores.
Incrementa la memoria: puesto que han de contabilizar los dobleces que se han hecho y los que faltan por realizar, partiendo de un grado de concentración visual y mental.
Permite la ubicación espacial: reforzando conceptos como, adelante, atrás, arriba o abajo para una mejor coordinación.
Refuerza la autoestima: al igual que los ejercicios Kumon, cada acierto es un éxito que motiva al niño a seguir probando y aprendiendo.
Relaja el cuerpo: pues hace olvidar posibles situaciones de estrés que pudieran tener en un momento dado, además de ser un extraordinario pasatiempo para ocupar las tardes o fines de semana.
Fuente: www.kumon.es
Recomendaciones para principiantes
Realice los pliegues en una superficie lisa, plana y sólida, donde disponga de buena iluminación.
Utilice papel delgado para mayor comodidad y destreza al momento de trabajar.
Mantenga las manos limpias para no ensuciar el trabajo.
Antes de iniciar, observe detalladamente todas las instrucciones del libro o guía y familiarícese con los símbolos o indicaciones que allí aparezcan.
Sea paciente y elabore varias veces el mismo modelo. Recuerde que la práctica es lo que lleva a la perfección.
Si pierde el orden, no desespere. Ubíquese calmadamente en el paso que quedo y retome el doblez desde allí.