Francisco Márquez dice que oía constantemente los gritos de prisioneros que eran golpeados en las celdas vecinas. Una vez vio a una docena de presos esposados, obligados a correr desnudos durante horas bajo el sol como castigo por un intento fallido de huida.
Márquez, que tiene doble ciudadanía estadounidense y venezolana, habló el jueves sobre sus cuatro meses de encarcelamiento en su Venezuela natal, dos días después de salir libre y subir a un avión para reunirse con sus padres en el sur de California. Fue detenido en junio cuando participaba en una campaña nacional de recogida de firmas contra Nicolás Maduro, y se le acusó de fomentar la violencia.
El activista dijo que un juez había desestimado los cargos a finales de julio, lo que dejó al gobierno socialista sin justificación para retenerle.
Márquez pasó por siete celdas en cuatro penales. La peor de lejos fue la prisión 26 de Julio en el centro de Venezuela, donde pasó dos meses y compartió una celda con otras seis personas. Nunca lo golpearon, pero conoció a muchos que sí sufrieron maltratos físicos y vivía con el temor a ser el siguiente.
«Sólo puedo describirlo como un calabozo», dijo a Associated Press en la salita de la casa de sus padres en Del Mar, un suburbio costero al norte de San Diego. «Estaba completamente oscuro. Sin luz natural, lleno de mosquitos, oscuridad, olor de heces, humedad, lleno de telarañas oscuras y polvo por todas partes. Sólo había una pequeña luz, un pequeño rayo de sol que entraba».
Sus abogados le dijeron que debía abandonar el país de inmediato y evitar cobertura en los medios hasta que hubiera salido. Él cree que hubo presión diplomática que contribuyó a su libertad, pero no tiene pruebas y no sabe si hubo presiones del gobierno estadounidense, que celebró su liberación.
«Este es un gesto importante gesto del gobierno de Venezuela, que apreciamos», dijo el portavoz del Departamento de Estado Mark Toner. «Seguimos supervisando los casos de otros estadounidenses detenidos en Venezuela y proporcionando servicios consulares adecuados, incluida la defensa de un trato consistente con los estándares reconocidos a nivel internacional, y trabajando para asegurar que los ciudadanos estadounidenses tienen acceso a un proceso adecuado según las leyes locales y los estándares internacionales».
El Ministerio venezolano de Información no respondió en un primer momento a una petición de comentarios.
El Tribunal Supremo venezolano anunció el jueves que concedería arresto domiciliario a otro activista opositor encarcelado. El excandidato a la presidencia Manuel Rosales lleva un año en prisión por cargos de corrupción. Fue detenido en el aeropuerto en octubre de 2015 cuando regresaba al país tras seis años fuera del país. El tribunal no dijo por qué concedía el arresto domiciliario.
Márquez nació en Caracas y pasó toda su vida en Venezuela salvo ocho años de niños en las áreas de Boston y Columbus, Ohio, y cuando estudiaba en la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard, donde se graduó en 2012. Su madre venezolana nació en la ciudad de Nueva York, lo que le concedió la ciudadanía estadounidense.
Márquez hizo campaña por candidatos de la oposición en 2006 y 2012 contra el predecesor de Maduro, Hugo Chávez, que murió en 2013. En el momento de su detención era jefe de gabinete de un alcalde opositor en la zona de Caracas.
Ese día manejaba por el oeste de Venezuela durante la campaña de colecta de firmas para iniciar un proceso revocatorio contra Maduro. En un puesto de control de la autopista, la Guardia Nacional encontró en su auto unos 3.000 dólares en moneda local y unos 150 folletos que revelaban su inclinación política.
«En ese momento me sorprendió mucho, la forma en que ocurrió», dijo Márquez. Agentes de inteligencia lo interrogaron toda la noche sobre su afiliación política y otras cuestiones.
Mientras estuvo en prisión, rara vez se le permitió reunirse con su familia. Unos tres días antes de salir de prisión en Caracas vio a Joshua Holt, un hombre de Utah y prisionero conocido que fue detenido este año y acusado de delitos relacionados con armas.
Los dos hablaron brevemente. Márquez dijo que Holt se veía físicamente bien, pero que no podía hablar de su estado mental.
«Sus ojos se iluminaron un poco porque había otra persona que hablaba inglés, y sé que eso significó algo», dijo Márquez. «Aunque habla inglés, nunca es lo mismo que oír tu lengua materna».
Márquez habló con periodistas el jueves en la salita de casa de sus padres. Dijo que seguirá defendiendo el cambio en Venezuela y peleando por otros que, dijo, están encarcelados allí por sus creencias políticas.
«Siempre he estado en la política en Venezuela», dijo. «Es mi pasión, es donde nací, es donde he pasado la mayor parte de mi vida».