El secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática, Jesús Chuo Torrealba, aseguró que la Unidad “no se va a declarar en desobediencia civil sino en obediencia constitucional, porque quien está fuera de la Ley y de la Constitución es el gobierno. Quienes tenemos el apoyo del pueblo, de la Constitución y de la comunidad internacional, somos nosotros. Esa es la realidad”.
Torrealba lo dijo en relación con la disyuntiva entre la lucha de calle y los escenarios electorales que se planteó en el marco del Foro Situación Política y Referendo, organizado por la Fundación Espacio Abierto, en el cual intervinieron también Ysrrael Camero, historiador y director general de investigación y desarrollo legislativo de la Asamblea Nacional (AN); y Edgar Gutiérrez, presidente de la firma consultora Venebarómetro.
El vocero de la alianza partidista opositora se refirió asimismo a las maniobras que estaría realizando el gobierno para o bien anular, por la vía judicial, la realización del referendo para revocar el mandato al presidente Nicolás Maduro; o bien desconocer los resultados de la jornada prevista para el 26, 27 y 28 de octubre, cuando los venezolanos deberán manifestar su voluntad para que se convoque dicha consulta.
“El gobierno está contra la pared. Ya no tiene casi recursos en su caja de trucos. Su capacidad de maniobra es mínima. Solo puede hacer dos cosas: o se echa el RR ya por la vía judicial o intenta sabotear intensamente la jornada del 26 al 28 con operación morrocoy por parte del CNE más la violencia activa de sus grupos paramilitares para tratar de disminuir al mínimo el impacto político de esa jornada. O lo uno o lo otro, pero en ambos casos el gobierno estará dando una demostración extrema de debilidad política y social. Una cosa como esa no tiene ni pueblo ni respaldo internacional”, aseguró.
El protocolo de actuación previsto es que se llegue a la jornada de final de este mes. “Pero si no llegamos a eso, lo que también es perfectamente posible no porque el enemigo sea todopoderoso, sino porque tiene muy pocos recursos y su margen de manobra es escasísimo, se va a encontrar con una protesta social siempre pacífica, siempre constitucional, pero contundente”, advirtió.
El también dirigente social refirió que al interior de la Unidad también se ha debatido sobre los diferentes métodos de lucha para lograr el cambio político en Venezuela. Ante las diferencias se optó por realizar una encuesta cuyos resultados mostraron que la gente está absolutamente encuadrada en la estrategia de lucha pacífica, constitucional, democrática y electoral; que se siente representada por la Unidad como liderazgo político; y que apoya las demostraciones de masas “contundentes y pacíficas”.
“Sobre esa base fue que se decidió realizar la Toma de Caracas el pasado 1 de septiembre en los términos en que se hizo”, aclaró.
Sin embargo, no descartó que la continuidad de la estrategia de lucha democrática, constitucional, pacífica y con una dimensión electoral “cambie el acento a la dimensión de la lucha de masas, de la lucha social”.
“Estamos donde estamos porque tenemos lo que hay que tener para convertir esa indignación popular en energía de cambio y eso se llama tener estrategia, no testículos ni ovarios. Producto de eso estamos donde estamos hoy, con 80 por ciento a favor del cambio y con un respaldo internacional como nunca antes lo tuvimos”, dijo.
“Es tan fuerte nuestra posición, que nosotros no nos declararemos en desobediencia civil sino en obediencia constitucional, porque quien está fuera de la Ley y de la Constitución es el gobierno. Quienes tenemos el apoyo del pueblo, de la Constitución y de la comunidad internacional somos nosotros. Esa es la realidad”, aseguró.
Los retos por venir
Pero también advirtió que escenarios como ese requieren de la unidad no solo de la dirigencia política, sino del país. “Lo que viene – prosiguió – va a ser muy exigente y no se va a satisfacer únicamente con la unidad formal de los factores políticos (…) Es importante la unidad del país y para que haya esa unidad del país debe haber fortaleza espiritual. Hay que creer en el sueño, pasar del deseo a la construcción del propósito. No estoy pidiendo cheques en blanco, pero si más confianza en nuestra condición de mayoría y de pueblo democrático y ciudadanía activa y movilizada”.
“Los partidos están diseñados para construir el éxito electoral, pero lo que viene tiene un acento en la lucha social y eso es un reto para la dirección política y para los ciudadanos”, indicó.
No obstante advirtió que frente a eso “el único instrumento que le va a quedar al gobierno será la represión. Entonces va a hacer falta la claridad política y la fortaleza espiritual para, en esas condiciones, seguir desarrollando la lucha democrática”, señaló.
“Estamos haciendo todo lo que hay que hacer para que haya RR en 2016. La historia y el país no se acabarán el 31 diciembre a las 12 de la noche. Si no es así, hay que cobrar el costo político al gobierno, que lo ha impedido haciendo uso de su poder institucional. Si no hay referendo en 2016 el culpable y al único al que hay que pasarle la factura es al gobierno”, insistió.
Camero también se refirió a la debilidad que muestra el gobierno y que se evidencia a través de tres líneas de fracturas internas. “Uno de sus mayores temores (del gobierno) ante cualquier hecho electoral es que esas fracturas se amplíen y se quiebre ese bloque”, dijo.
Explicó que esas tres grandes líneas son, por un lado, aquellas que dividen dentro del chavismo a militaristas y civilistas. “Hay efectivamente un proyecto de control militar de la sociedad y otro civilista”. La segunda es aquella que divide a moderados y radicales y la tercera es la que divide a nacionalistas y los que denominó “cubanófilos”
Agregó que desde 2014 hasta este momento se ha manejado el tema de las movilizaciones de calle y el escenario electoral como si fueran antagónicos cuando en realidad son elementos que pueden actuar y coadyuvar, al igual que el escenario de negociación política. “De este tipo de regímenes se sale tanto con movilización como con negociación política. La cosa es entender la oportunidad de cada uno de ellos. De lo que se trata es de cómo evitar que ese proceso desemboque en una autocracia abierta y cómo propiciar que derive en una democracia”, apuntó.
Edgar Gutiérrez mostró el crecimiento que ha tenido la oposición, al señalar que en noviembre de 2015 la autodefinición política opositora era de 38 % mientras que a septiembre de 2016 subió a 54 %. “En los últimos 10 meses lo que ha habido en Venezuela es una fábrica de opositores. Se ha instalado una línea de producción en la que se mete a un chavista y sale un opositor. Eso es lo que está pasando”.
Pero también advirtió a la alianza opositora, de la cual se confesó “muy crítico, no con sentido destructivo”, que si esa energía “no se canaliza, se puede difuminar”. “Esa fábrica de opositores que está ahorita funcionando a todo vapor también se puede decepcionar. Eso ya ha pasado”.
“Yo sé que en la cúpula de la oposición hay divergencias en cómo manejar el tema de las manifestaciones de calle, pero tomen en consideración que hay por lo menos 10 millones de personas que quieren salir de esto cuanto antes y bien, por la vía democrática, y esta vía tiene varias expresiones, que no es solamente la electoral. Esa es la clásica, pero no la única”, aseguró.