El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, fue reconocido el viernes con el Nobel de la Paz por sus esfuerzos para acabar con una guerra civil de más de medio siglo que se cobró la vida de más de 200.000 colombianos.
El reconocimiento llega apenas cinco días después de que el pueblo colombiano rechazase en referéndum el acuerdo de paz forjado entre Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). La resolución del premio no cita a la contraparte de Santos en las negociaciones, el líder de la guerrilla, Rodrigo Londoño.
Este revés en las urnas no supone el final del proceso de paz, señaló el comité encargado de entregar los galardones.
«El referéndum no fue un voto a favor o en contra de la paz», explicó la vocera del grupo en conferencia de prensa. «Lo que rechazaron los partidarios del ‘No’ no fue el deseo de paz, sino un acuerdo de paz en concreto».
Santos y Londoño, conocido por su alias Timochenko, firmaron el mes pasado un acuerdo que ponía fin a más de medio siglo de hostilidades, pero seis días después los colombianos rechazaron su propuesta en un referéndum nacional.
Según el Comité Noruego del Nobel, Santos «a pesar de la mayoría del ‘No’ en el referéndum, ha acercado significativamente el sangriento conflicto a una solución pacífica».
El premio debe considerarse también «un homenaje al pueblo colombiano que, a pesar de pasar grandes dificultades y abusos, no han perdido la esperanza de una paz justa, y a todas las partes que han contribuido al proceso de paz», agregó.
El acuerdo de paz se cerró tras casi cuatro años de negociaciones públicas en Cuba. El proceso se alargó en total seis años, incluyendo una primera fase de diálogo secreta, según explicó Santos en su día.
Santos, de 65 años, es un mediador inesperado en este conflicto. Criado en una de las familias más ricas de Colombia y educado en la Universidad de Harvard, durante su etapa como ministro de Defensa hace una década fue responsable de algunos de los mayores golpes militares a las FARC. Entre las operaciones más destacadas están una incursión transfronteriza a Ecuador en 2008 que derivó en la captura de un alto comandante y en el rescate de tres estadounidenses secuestrados por la guerrilla cinco años antes.
En base al acuerdo de paz que negoció, los rebeldes que entreguen sus armas y confiesen sus delitos evitarán cumplir penas de cárcel y las FARC obtendrán 10 escaños en el congreso hasta 2026 para suavizar su conversión en un movimiento político.
Santos y Londoño se reunieron solo en dos ocasiones durante todo el proceso de paz: el año pasado, cuando dieron los últimos retoques a la parte más controvertida del acuerdo — la que aborda las sanciones a la guerrilla por sus crímenes de guerra — y el mes pasado en la firma del acuerdo ante líderes mundiales y el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon.
Esta es la primera vez que el Premio Nobel de la Paz va a parar a Latinoamérica desde 1992, cuando el comité reconoció a la activista por los derechos humanos guatemalteca Rigoberta Menchú.
Al reconocimiento aspiraban este año 376 candidatos, una cifra récord. El año pasado se premió al Cuarteto para el Diálogo Nacional de Túnez por sus esfuerzos para construir una democracia plural.