El alcalde José Barreras prometió en 2014 la rehabilitación de los dos cementerios municipales de Palavecino, la tarea parece haberse olvidado, hoy ambos camposantos lucen en penosas condiciones, reina la desolación, los escombros y la maleza.
Las fachadas de ambos están pintadas de azul con blanco, pero al entrar, no hay más que un ambiente tenebroso, donde de seguro ni los difuntos descansan en paz.
Vecinos del cementerio de Los Rastrojos, ubicado en la avenida El Cementerio con calle La Manga, señalaron que el lugar se presta para guarida de antisociales; un vigilante se encarga del resguardo de las instalaciones y de las mil tumbas, pero los visitantes están totalmente expuestos a la inseguridad. Incluso comentaron que en el lugar guardan objetos robados para ir por ellos días después.
Rosa Martínez, vecina de Los Rastrojos, dijo que la comunidad logró restaurar la capilla del cementerio, repararon los bancos, ventanas, baños y el techo, los fondos económicos los recolectaron a través de vendimias, pero “todo el trabajo se perdió porque los antisociales no dan tregua”. Pese a esto, en esta capilla todavía se realizan las eucaristías los sábados y se dicta catecismo.
Recordó que en épocas pasadas, familias enteras visitaban a sus seres queridos, recordaban fechas importantes como cumpleaños, Día de los Difuntos y Navidad, “era tan tranquilo que hacían sus ceremonias o se sentaban a elevar papagayos y en eso se pasaban las horas”.
En el caso del cementerio de Cabudare, ubicado en el sector Las Acacias, su condición es similar.
Eulices Giménez y Óscar Cortez, ambos encargados de abrir las fosas y ejecutar los entierros, señalaron que realizan un servicio por semana, el resto de los días trabajan para tratar de mantener limpias las áreas, sin embargo no están incluidos en nómina ni de la Alcaldía ni de Jardines Celestiales, empresa que tiene la concesión para administrar ambos cementerios.
“Entre las cláusulas de esa concesión está el mantenimiento de las áreas, pero por estos lados no se aparecen nunca”.
Las más de 12 mil tumbas en el cementerio de Cabudare lucen abandonadas, la maleza no permite ver con claridad las placas con los nombres de los difuntos.
Y la capilla ahora es sólo una estructura de cuatro paredes y un techo, pero en el interior luce llena de escombros. Desde hace varios años está en desuso y los difuntos no reciben la correspondiente misa memorial.
Los vecinos de Las Acacias mencionaron que el acto mismo del sepelio se ha vuelto inseguro. Ahora son recurrentes los entierros que incluyen bebidas alcohólicas, consumo de drogas y música a todo volumen, lo que corresponde un irrespeto al lugar, “además del mantenimiento, los valores también desaparecieron en este lugar”.