Hace dos décadas, el verdor del jardín resplandecía ante la mirada de los visitantes del entonces recién fundado santuario nacional Nuestra Señora de Coromoto y una laguna servía de espejo para el azul del cielo.
Hoy, la vegetación ha perdido su vistosidad y la laguna se redujo a un pozo deslucido. Pero el exterior es solo el preludio de lo que ocurre dentro de la casa de la patrona de Venezuela, un deterioro gradual que preocupa al clero y no menos a los habitantes de Guanare.
Buena parte de las 10 hectáreas de jardines se han maltratado, en parte, porque hace un par de años en hurtos sucesivos despojaron al santuario del sistema de riego con el que se cubría esa porción de tierras. Se llevaron mangueras, aspersores y bombas.
De parte de algunos visitantes tampoco hay colaboración para proteger las áreas verdes, como se notó este 8 de septiembre en la festividad de los 364 años de la aparición de la Virgen, cuando los neumáticos de un carro dejaron al descubierto el fango como largas heridas sobre la grama en la parte frontal del santuario.
Cuando hurtaron, también provocaron que las áreas externas estén a media luz por las noches porque los malhechores se apropiaron de un transformador. Recuperar estos equipos significa una inversión de un monto de dinero con el cual no cuenta la parroquia.
En lo que corresponde a la estructura, obra del arquitecto Erasmo Calvani, en el techo se han multiplicado las filtraciones.
Por eso, las oraciones del rector del santuario, Allender Hernández, el día de la conmemoración de la aparición de la Virgen al indio Coromoto, se aferraban a que la lluvia se alejara del suelo guanareño y la Madre atendió a las súplicas.
Antes de la eucaristía cayó un rocío y luego arreció, pero sin la intensidad para hacer caótica la celebración.
Para el párroco las filtraciones y la imagen actual de los jardines principales son señales de auxilio de un recinto católico abierto oficialmente desde febrero de 1996, durante la segunda visita del papa San Juan Pablo II al país, y nombrada basílica menor en 2006.
“El deterioro que ha tenido la iglesia también es por su tiempo. Entonces, ya necesita ‘una manito’”, adujo el presbítero. Si bien las filtraciones son la falla estructural más urgente de reparar en el interior de la iglesia, los vitrales también requieren intervención.
El seminarista Julio González explicó que estas obras artísticas están fijadas en las paredes con un pegamento especial que debe ser reemplazado. Pero nunca se ha hecho, por lo cual el agua también podría colarse por esos espacios. Las altas paredes de concreto del templo demandan un tipo de limpieza particular, pero la tarea no se ha cumplido con regularidad por falta de personal.
Por eso, dijo el futuro sacerdote, los tonos oscuros producidos por la humedad han sustituido el color original y hace que luzca descuidado desde el exterior. A los guanareños no le es ajeno el deterioro de la iglesia que los hizo, puso de relieve desde aquella visita del papa y que atrae muchedumbres cada 8 y 11 de septiembre, día de la aparición y Día Nacional de la Virgen de Coromoto.
“El Gobierno debería dar más apoyo al santuario, en su mantenimiento, tratar de que esté en mejores condiciones ya que está muy abandonado en el sentido por ejemplo de la luz. En la noche casi no hay luz. Anoche (el miércoles 7 de septiembre) cuando vine a la vigilia esto estaba muy oscuro”, sugirió la creyente y guanareña Ingrid Castillo.
Mantenimiento costoso
Los gastos de mantenimiento de la iglesia, calculó el rector del santuario, ascienden a 2 millones mensuales. Ahora, dijo Hernández, la administración pública “está comenzando a colaborar.
El gobernador del estado, la ministra de Turismo, el alcalde, siempre cuando uno lo solicita están de acuerdo”.
La mano de obra, aportó el seminarista González, es lo más costoso de cubrir en la contabilidad. Hasta ahora, afirmó, parte la cobertura de esos gastos se hace con los aportes de los devotos de la Virgen de Coromoto.
Además, hace unos tres años, aprovecharon parte de las tierras del santuario para sembrar plátano y caraotas. Los frutos se venden y las ganancias se invierten en el santuario, abundó el seminarista.
Para ampliar la autogestión, existe un proyecto de crear una granja integral, es decir, una que incluya siembras y cría de animales.
Pero, aún no ha avanzado por la inseguridad y la dificultad para comprar grandes cantidades de alimento.
De mejorarle el rostro al santuario nacional, depende la contribución de todos, tal como lo indicó el presbítero administrador del templo:
“Estamos en camino de remodelación. Dios quiera que surjan muchos padrinos y madrinas del santuario que nos ayuden. Juntos podemos reconstruir nuestro templo para la Virgen de Coromoto”.