Inflación y escasez son los males del socialismo bolivariano

Si la inflación es terrible, la escasez puede ser peor, y la combinación de ambos fenómenos es devastadora, aseguró la investigadora del Observatorio de Gasto Público del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice Libertad), Mirla Dazza.
En este sentido, la especialista señala que cuando hay un fenómeno como el referido anteriormente, los indicadores inflacionarios en la mayoría de los casos no refleja lo que sucede en la realidad de los consumidores.
«Cuando la combinación de escasez e inflación se presentan en una economía, los datos de inflación pierden la capacidad de reflejar el verdadero costo de los bienes y servicios, no por manipulación del indicador, sino que este (inflación) subestima los precios de los bienes y servicios debido a la escasez, y por lo tanto se imposibilita conocer a ciencia cierta su precio», explicó.
Advierte que a mayor escasez, mayor es la subestimación de los precios y esta situación afecta directamente el poder adquisitivo de los ciudadanos. «En consecuencia, en una economía con escasez creciente, el verdadero poder adquisitivo de los ciudadanos se deteriora a una velocidad mayor de la que sugieren las cifras oficiales de inflación. En otras palabras, las escasez subestima la inflación y la subestimación de la inflación subestima los niveles de pobreza que reflejan las cifras», sostuvo.
Opina que al reducir el problema económico venezolano a su máxima expresión, el elemento dominante es la escasez frente a las ilimitadas necesidades que deben ser atendidas.
«El problema surge, entonces, de la interrelación entre lo que se requiere y lo que está disponible. En Venezuela, desde el año 2007 hasta nuestros días se ha incrementado los niveles de escasez debido básicamente a un aumento de la demanda interna y a la contracción de la oferta agregada por el deterioro de la producción interna», aseguró.
Con respecto a la primera causa Dazza precisa que «el Gobierno nacional ha obtenido ingresos externos extraordinarios por el alza de los precios del petróleo, lo que ha permitido estimular el consumo, originándose durante este lapso un impulso parcialmente artificial de la demanda, a través de un política fiscal expansiva y el financiamiento monetario del gasto corriente, subsidiando fuertemente insumos primarios para el consumo interno como la energía y las divisas».
En cuanto al deterioro de la producción, la investigadora lo justifica debido a la imposición de anacrónicos controles, regulaciones de precios, expropiaciones e intervenciones, «lo que ha mellado las relaciones entre los agentes de producción y la confianza del sector privado».
Por otra parte, denuncia que con el objeto de indicar mejores resultados en el Producto Interno Bruto (PIB), organismos del Estado como el Banco Central de Venezuela (BCV) y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), han modificado indicadores y metodologías «con el fin de procurar proyectar una imagen de bienestar económico pleno que no es tal».
Finalmente, Mirla Dazza expresó que frente a los dilemas de la economía venezolana se requieren cambios en los sistemas de medición. «Se hacen necesarias políticas incluyentes de diversa índole para resolver los problemas asociados a la demanda distorsionada y a una oferta alicaída. Esto lo han logrado países vecinos y de nuestra región a través de políticas públicas asertivas que fomentan la competitividad, que se ha materializado en niveles de inflación y abastecimiento que son propios de los países líderes en desarrollo y equidad», concluyó.