Lamentablemente la fuga de talentos sigue en ascenso. Gran parte de nuestros jóvenes –y no tan jóvenes- han tomado la dura decisión de emigrar a otros países en busca de mejoras económicas, pero especialmente de seguridad y calidad de vida. Por otro lado, quienes no tienen la posibilidad de probar un mejor futuro en otras latitudes han tomado la opción de quedarse en casa o buscar trabajos a destajo, comúnmente los llamados tigritos, para tener un sustento, ya que en una oficina, cumpliendo horario no le es rentable.
La inflación el mes pasado fue de 23,2%, más alta que la inflación anual de cualquier país en el mundo a excepción de Surinam y la de Sudán del Sur.
Desde los gobiernos regionales y locales nuestras autoridades se ven atadas de manos al no tener la posibilidad de ofrecerles, desde estos espacios, sueldos que puedan al menos cubrir la canasta alimentaria. Hoy en esta Venezuela no hay sueldo que alcance, pero además no hay ente público o privado que pague hoy en día el salario mínimo que necesita un venezolano para poder mantener a su familia.
Si la raíz del problema se debiera a la caída de los precios del crudo, cabe preguntarse: ¿Por qué otros países petroleros no sufren hiperinflación? La realidad es que todos los países exportadores de petróleo, a excepción de Nigeria, Angola y Azeirbajan, tienen una inflación anualizada de solo un dígito.
Ahora lo peor de todo esto es que estamos perdiendo rápidamente lo más preciado que tenemos como Nación: nuestra gente, ese recurso humano capaz de emprender, innovar y producir, de aportar su talento. Este es uno de los peores daños que el “socialismo del siglo XXI” y su modelo fracasado nos está dejando al país.
Sin embargo, hoy la mayoría de nuestro pueblo está claro en que la solución ideal no es cambiar de trabajo o de país, sino cambiar de modelo y para que esto ocurra debemos cambiar de gobierno; esa es la única solución que nos sirve y a la que aspira la inmensa mayoría de venezolanos. Por ello estamos haciendo todo lo humanamente posible para lograr ese cambio constitucional, pacífico y democrático, ese cambio político que nos permita no solo parar sino revertir todo ese éxodo de venezolanos, en donde más bien los que se fueron regresen a ayudarnos, que entre todos impulsemos a nuestra Venezuela a ser el mejor país del mundo.
Duele ver hoy en día a venezolanos que, producto de esta grave crisis económica, política y social, están huyendo y buscando refugiarse en otras tierras debido al hambre y a la inseguridad. La crisis al estar ya tocando fondo ha llevado a que comiencen a aparecer balseros de verdad; que al no tener para cancelar un pasaje de avión, están dispuestos a correr el riesgo de naufragar o hasta ser presa de los tiburones para escapar.
Es una verdadera vergüenza ver a la Guardia Costera apuntando a los pobres balseros venezolanos –quienes con los brazos en alto- pedían que no les dispararan. Imágenes que continuarán dando la vuelta al mundo, para que sigan abriendo los ojos y confirmen la tragedia humanitaria venezolana.
Un gobierno que habla de superar el rentismo petrolero pero que su política económica sigue apostando a que ocurra un milagro y suban los precios del crudo, y la mejor prueba de ello es que Maduro recientemente envió a Eulogio Del Pino y a Delcy Rodríguez a un tours desesperado por varios países petroleros; sin embargo, el resultado será el mismo que han tenido aquí tratando de bajar los precios de todo.
Aquellos tiempos en que la OPEP era un cártel poderoso que podía influir en los precios de un bien escaso se acabaron. Hoy hay más petróleo que nunca.
En fin, si en algo fallaron nuestros gobernantes fue en no prepararnos para la Venezuela post-petrolera, que ya llegó y que desgraciadamente nos agarró en las peores condiciones; esta es otra tarea que tenemos pendiente para cuando llegue el cambio en Venezuela.
@omaravila2010