El núcleo Lara de la Universidad Campesina de Venezuela Argimiro Gabaldón, fue otra de las promesas oficiales para el desarrollo del expropiado Valle del Turbio, pero, de acuerdo a lo que señalan los dueños de las fincas ocupadas, tampoco creció en ningún momento.
La institución fue fundada el 2 de mayo de 2014 mediante decreto 939, con el propósito de “abarcar aspectos del manejo de suelo y agua, producción animal y vegetal, integración comunitaria, la elnobotánica, turismo, agroecológica, maquinaria y equipos, casa de diseños, jardín botánico, comunicación agraria y el aula integral campesina”,
Como sede rectoral le fue cedida por el instituto Nacional de Tierras y el ministerio de Agricultura y Tierra la finca Santa Rita, una de las que, por la fuerza, fueron tomadas en el 2006 por orden del entonces presidente Hugo Chávez, acabando con las históricas plantaciones de caña de azúcar que en gran parte cubrían las necesidades de ese rubro en el país.
Hasta ahora no hay información alguna sobre los logros de la institución, e incluso, para los antiguos productores del Valle del Turbio, así como parlamentarios y concejales, de la Universidad Campesina Argimiro Gabaldón no se sabe nada, aunque algunos señalan que la hacienda expropiada o confiscada se encuentra abandonada, sin rendir ningún beneficio a la llamada Soberanía Alimentaria.
El concejal Jeremías Zavala, de Palavecino, consultado sobre su existencia, dijo desconocerlo, informando solamente que el invernadero levantado en las inmediaciones del nuevo distribuidor Bellas Artes de Tarabana no ha producido nada y en la actualidad lo único que se puede observar es maleza.
También el diputado Daniel Antequera, que como el edil ha exteriorizado su preocupación por el Valle del Turbio, se mostró extrañado por la noticia sobre la existencia de una casa de estudios superiores en la zona.
Sobre el núcleo larense de la institución, la única noticia conocida en dos años es el robo que, supuestamente, fue cometido el pasado mes de marzo en la finca que le sirve de sede.
Se desconoce su pensum de estudios, los requisitos de ingreso, la cantidad de técnicos egresados, si en verdad funciona en la finca Santa Rita, o los recursos de que dispone.
“Ahí no hacen nada, solo vemos a unas personas que van de un lado a otro sin hacer nada, pero de universidad no se parece nada”, manifestó un viejo campesino que salía del camino que conduce al predio.