Se busca un Emprendedor – Aprendiendo de Bill Gates y Blas Olivo

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«Cada tres años debemos redefinir aquello que hacemos. A mis colaboradores les digo que si ninguno es capaz de reírse al menos de una de sus ideas, entonces eso quiere decir que no son lo suficientemente creativos». Bill Gates.

Mi padre, el fundador de Pastas Capri, que llegó a Venezuela proveniente de un pueblo del sur de Italia con no más de 500 habitantes, que de broma llegó a 5° grado, que jamás leyó aunque sea un panfleto sobre emprendedurismo, que nunca en su vida fue miembro de un club de emprendedores y, por supuesto, no conoció ni leyó algo de Bill Gates; siempre me decía cuando me inicié en el mundo emprendedor, con una pequeñísima fábrica de galletas en sociedad con mis hermanos, que tenía obligatoriamente que desarrollar cada año un producto nuevo, basado en los que ya existían. Es decir, que si fabricaba galletas con sabor a vainilla, el próximo año debía hacer una con sabor a chocolate y el siguiente con sabor a fresa y así cada año. Esa misma filosofía la aplicó a Pastas Capri y mientras él estuvo dirigiendo la empresa cada año se preocupaba por fabricar un tipo de pasta nuevo y así nacieron los canelones, el pasticho, el cabello de ángel, la pasta con espinaca, etc. Era un innovador en potencia y eso era lo que me enseñaba permanentemente.

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«Hay que innovar», señala Bill Gates, «hay que mirar hacia delante, se deben ver oportunidades donde otros no las ven». Por eso compró Linkedin por 26 millardos de dólares, dado el potencial de clientes que posee y por ser parte de un nicho nuevo para Microsoft.

Mi padre me decía que se debe estar haciendo cosas todo el tiempo, no podemos estar parados. Por ejemplo, cuando hacía las compras semanales en algún supermercado, cosa que le gustaba mucho, la mitad del tiempo lo dedicaba a arreglar la estantería de Pastas Capri, algo así como un merchandising moderno. El abandonó su tierra cuando apenas tenía 15 años y se vino a Venezuela a manejar la bodega de su papá, pero eso no lo dejaba tranquilo y en 1952 después de un año de búsqueda fundó Pastas Capri, ya que él decía que quería ser un industrial, que compraba una materia prima y procesándola se convertiría en un producto terminado y consumible, le gustaba era el sector alimenticio. Duraba muchísimas horas sin sentarse.

En una oportunidad, la madre de Bill Gates le preguntó qué hacía y él le contestó que estaba pensando. El nunca ha estado parado, de joven hizo trabajos diversos. Hizo su primer programa a los 13 años y fundó su primera empresa a los 15 años. Fue admitido en Harvard y solo asistía a los cursos que le interesaban. Él recalca: «Para nosotros la vida era solo trabajo. A veces estábamos tan cansados que nos dormíamos delante de nuestros clientes».

Definitivamente, siempre hay que estar creando. Bill Gates intuyo que era el momento de las computadora, se concentró en el software y se lanzó a la innovación. Blas Olivo intuyó que al consumidor había que darle variedad de productos y se lanzó a la innovación creando nuevos productos, casi anualmente.

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