#opinion: IMAGINARIO DEL VENEZOLANO por: Tarquino Barreto

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El ser humano afronta las cosas que le rodeande acuerdo a la óptica que le imprime su racionalidad, es decir, condicionado al modo como entiende e interpreta lo que debe hacer en el contexto de su cotidianidad; ello nos conduce a considerar, que de alguna manera, la configuración cognitiva está cargada de una especie de “código” que determina el estilo de pensamiento a través del cual se percibe al mundo y se actúa en consecuencia. Así, el hombre genera sus ideas y edifica sus imaginarios en el marco de un universo de simbolismos sustentados en las significaciones que le atribuye a los objetos y a las situaciones de su entorno, con lo cual, y asumiendo el pragmatismo de Mead, la conducta social sólo puede ser explicada mediante la interpretación que los individuos hacen de sus ejecutorias, lo que equivale a afirmar, que sus creencias, son las que, en buena medida,determinan sus desempeños.
De esta manera, al influir en la interrelación social los pareceres y sentidos que los sujetos le otorgan a sus realizaciones, es decir, los puntos de vista a través de los cuales perciben los fenómenos sociales desde sus propias subjetividades,la construcción de una conexión política con el conglomerado social, tiene que tomar en cuenta, los significados que la mayoría de sus integrantes pudieran estar atribuyéndole a los elementos y hechos que les rodean, así como también, a sus expectativas individuales y colectivas.Por lo tanto, si se tiene como propósito repensar al país con miras al emprendimiento de un proceso de cambio en el marco de nuestra propia realidad, es necesario, entonces, crear los lazos afectivos que faciliten un encuentro real y trascendenteconnuestro todo social, para lo cual es requisito el establecimiento de una comunicación efectiva basada en la comprensión delcómo ellosinternalizan sus verdades.
En el contexto de lo anteriormente señalado, la gestión de los operadores políticos tiene inevitablemente que cambiar; es imperativo entender que en el seno de los sectores populares se ha gestado un proceso de cambio en el plano cultural-simbólico y por ende, en el ámbito psico-social, situaciones ambas que demandan de nuestra dirigencia,un nuevo discurso y un nuevo proceder que propicien la edificación de nuevos y verdaderos vínculos con nuestros pobladores. Se tiene que ir, como lo señala Crotty, hacia la comprensión de la cultura como sustento y guía para nuestras actuaciones;existe en este sentido, la exigenciade responder a las preguntas que formula la actual coyuntura política que vive nuestro país.Para tal fin, es prescriptivo desprenderse de la ratonera decimonónica de creencias que pretenden atraparnos en el siglo XIX y que moldean de alguna manera nuestro imaginario colectivo; para ello,debemos partir de la premisa de que cada tiempo social tiene sus propios imaginarios.Si como lo indica Castoriadis, el imaginario incide en la construcción de lo real y en palabras de Carretero Pasin, constituye el “cemento colectivo” que propicia la cohesión social, nuestro imaginario debe apuntar,por lo tanto, hacia la configuración de nuevas alternativas sociales que propendan a la creaciónde bienestar y de progreso, apartando perpetuamente la interpretación sesgada de que laconfección y representaciónde nuestra nacionalidadestá atada a la re-creación del “mito del héroe”como significaciónpara la cimentación de una mejor sociedad.

“Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde”.
Sir Francis Bacon

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