Elogio de la Política es un testimonio, otro más de los muchos que nos da Luis Ugalde, de su venezolanidad, de los valores que lo guían y la radical serenidad con la cual los profesa, de su cultura y de su compromiso ciudadano con Venezuela. Por ese botiquín de primeros auxilios que nos ofrecen sus escritos, seleccionados y reunidos para presentarlos en este libro, tenemos que agradecerle.
Libro cuyo título es, en sí mismo, un manifiesto. Un manifiesto radical y valiente, cuando la tentación en boga es la exaltación anti política, que es como decir la impaciencia, la intolerancia y ¿cómo se hace? La violencia. La política, la “conciliación deliberada” que diría Crick. Ese proceso imperfecto que nos ayuda a manejar nuestra condición dual de seres sociables con imperfecciones.
Nacido en Bergara (Guipuzkoa) en diciembre de 1938, Ugalde llega a Caracas en 1957 a los 19 años. Aquí continúa su formación. En esa tarea va a Bogotá y a Frankfurt, y regresará siempre a Venezuela, donde ha enseñado, predicado, estudiado, trabajado, reflexionado y escrito.
“Venezolano con identidad de vasco”, como él mismo se ha definido. El carácter vasco es robusto en lengua, historia, cultura, fe, tradiciones familiares y comunitarias. Ugalde, tan vasco como su origen, es tan venezolano como su vida.
Su venezolanidad se siente, de punta a punta, del encumbrado Palacio de las Academias, frente a ese patio de Vargas que no pierde su sabor universitario ni disipa completamente sus aires conventuales, hasta la misa que oficia en la capilla de San Benito, en La Pradera, en la parte más alta de La Vega, una comunidad que acompaña desde hace 28 años. Con idéntica naturalidad.
En tiempos difíciles como los que vivimos, vamos por un camino accidentado, con tramos oscuros. Nos vemos forzados a adentrarnos por predios desconocidos. Nuevos, distintos, imprevistos. En esta travesía cotidiana poblada de sobresaltos, ¡Qué útil es disponer de una linterna, al mismo tiempo portátil y potente! Eso son tus escritos. Una linterna cargada con dos baterías de gran fuerza, cuyas respectivas polarizaciones se completan. Los valores, para entender la vida y vivirla a plenitud, libre y, por lo mismo, responsable. Y la serenidad, que no es neutralidad sin temperatura, sino dominio de la intensidad de las pasiones y fortaleza ante la adversidad.
Con esas luces nos ayuda Luis Ugalde a mirar el presente que somos, y a atrevernos a asomarnos al futuro que queremos ser.