El diputado Williams Dávila, de la Asamblea Nacional, acusó a los gobiernos de Nicaragua, El Salvador y Colombia de haber desatado acciones de intimidación y persecución en su contra cuando cumplía el mandato del parlamento venezolano en solidaridad con los 28 asambleístas destituidos en el país controlado por Daniel Ortega.
En declaraciones para EL IMPULSO, el exgobernador de Mérida y miembro de la Comisión de Política Exterior de la Asamblea Nacional explicó que este cuerpo, el martes pasado, aprobó el rechazo a la destitución de 28 diputados de la oposición, en Nicaragua, que forman parte de una coalición nacional, en la cual hay sandinistas que no están de acuerdo con el presidente Daniel Ortega y que son miembros del Partido Liberal Independiente (PLI). Esa destitución fue una conjura del Tribunal Supremo Electoral y la Corte Suprema Electoral ante la petición de un dirigente del PLI que perdió el control de esa organización en unas elecciones internas.
Ese personaje está comprado por Ortega ante las elecciones presidenciales a realizarse en noviembre, en las que no tendrá competidor porque la oposición ha sido barrida por decisión de la dictadura.
Mantenemos ese rechazo porque se trata de diputados electos por la soberanía popular. Esas mismas amenazas, de acabar con la oposición, las hemos visto aquí, en Venezuela.
Fuimos a llevar ese documento. En mi caso particular yo salí de Caracas el jueves, a las 9 de la mañana, porque no conseguí cupo. Los diputados Ángel Medina y Luis Florido se fueron un día antes y fueron expulsados.
Yo pude haber optado, cuando hice la pernocta en Bogotá, de no ir. Pero, soy un diputado electo por una ciudad combativa, como es Mérida; estoy metido en política por principios de valor y no podía dejar de cumplir con la misión de ser solidario con los 28 parlamentarios destituidos arbitrariamente. Llegué a las 9 y media del jueves. De inmediato me abordaron los funcionarios de seguridad, en la raya amarilla que tienen allá, mientras hacen el chequeo de aduana y emigración. Se llevaron mi pasaporte, el cual lo volví a ver el viernes, a las 3 de la tarde, cuando llegué a Caracas.
En el aeropuerto de Managua me pasaron a una oficina. Allí estuve durante tres horas. No podía salir; pero, me impuse y fui al baño, siendo acompañado por un funcionario. Cuando salí le pregunté: ¿por qué no me puedo quedar en el pasillo? Al decirme que no, le interrogué: ¿Es que yo estoy preso? Y si lo estoy, dígame la razón, porque yo soy diputado de la Asamblea Nacional de Venezuela. El funcionario me ripostó: demuéstreme que usted es diputado. Entonces le saqué el carné, y se lo llevó. Me obligaron de nuevo a meterme en la oficina y allí me dijo el director de esa dependencia que las razones por las cuales yo no podía entrar a Managua, porque ellos son muy celosos en la seguridad, por ser una persona de alta peligrosidad, vinculado con el terrorismo y el narcotráfico. En consecuencia, tenía que irme del país.
Yo le dije: mire, eso no se lo creen ni en su casa. Porque si eso fuera así, ¿por qué no me pone las esposas y me manda de una vez en el primer avión a cualquier país donde me estén buscando? ¿Dónde está la acusación de Interpol y de la DEA? No sean ustedes tontos y necios.
Ahí quedé internado hasta la una y media cuando volvió el funcionario y me dijo: Véngase.
Me llevaron hacia la pista y me montaron en un avión directo a San Salvador. Eso sería como las dos de la tarde, en un avión distinto al que yo había llegado. Un aparato de hélices. Cuando nomás entré a San Salvador me apostó un funcionario de seguridad, que me acompañó hasta las 7 de la noche. Si iba para el baño, me seguía. Es más, me senté a comer y cuando estaba comenzando me llegaron y dijeron que yo no podía estar allí. Fue un acoso, confinado a una sala de espera hasta que a las 7 y media de la noche salí a Bogotá.
Allí llegue a las diez de la noche y estuve vigilado. Salí para una sala VIP de una línea aérea, donde me acosté; pero, me llegó una policía, me tocó la pierna y me dijo que tenía que bajar porque era una persona de alta peligrosidad. Bajé al salón de espera; pero, no dejé de recibir maltratos de los funcionarios. Al llegar a Maiquetía me entregaron el acta de notificación de las razones por las cuales yo estaba en condición de no ser admitido en Nicaragua.
Ya recibió de los parlamentarios nicaragüenses un mensaje de agradecimiento por su gestión. Su caso de intimidación y vejación al igual que la de otros miembros de la Comisión de Política Exterior expulsados de Nicaragua será llevado al Parlasur, OEA y otros organismos, dada la gravedad de la medida.