Aunque viven en un rancho de zinc, la familia Sequera es feliz porque ya no pagan alquiler como antes. Entre 800 y 1.000 bolívares mensuales, destinaban para costear el arrendamiento de un inmueble. Hoy, al igual que otros 60 grupos familiares, esperan por el proyecto habitacional que gestionan a través de Fundacomunal. Irma Sequera, ama de casa y peluquera, mientras espera por la construcción de la vivienda, trabaja como estilista en su humilde morada.
“No pierdo las esperanzas de tener mi casa; por mi hija sigo en la lucha. Lo más duro de vivir en un rancho, es no contar con los servicios públicos, como en cualquier otro urbanismo establecido, lo bueno, es que aprendemos a valorar lo que tenemos: lo material y a nuestra gente”, dijo la conurbana que además pertenece al consejo comunal Che Guevara I, el mismo nombre que recibe la comunidad.
Che Guevara I inició como una invasión y hoy es reconocida por los organismos oficiales como una comunidad en crecimiento. Ivón López, vocera de la Contraloría en el sector, explicó que la consolidación del consejo comunal, “abrió las puertas para obtener los favores como servicio de electricidad, cloacas y la replantación del terreno”.
Informó que Corpolara, antiguo Fudeco, prometió para esta semana las máquinas que van a replantear el terreno donde serán construidas las casas. Sólo esperan que se ejecute lo más pronto posible a fin de no dar más largas al sueño de contar con un techo digno, como ellos mismos lo describen.
Por ahora, viven en sus estructuras hechas de láminas de zinc y de otros elementos caseros, resistentes a la lluvia y sol. El vocero de Hábitat y Vivienda, Anderson Santana, explicó que hace cuatro años cuando empezaron a instalarse en dicho terreno, sentían angustia por saber qué sucedería más adelante. Por fortuna, existió buena disposición de los habitantes y paso a paso se han organizado.
Dijo que el propósito hasta ahora es obtener, entre otros servicios, la red de cloacas debido a la insalubridad que representan los pozos sépticos. Varias veces han colapsado las letrinas y además de incomodidades está la posibilidad de contraer enfermedades propias de un ambiente insalubre. Hasta dos días puede tomar hacer un pozo que sirva como sanitario.
Fotos: Billy Castro