Justo en el portón de entrada del Hospital Militar Doctor José Ángel Álamo de Barquisimeto quedó aparcado un Esteem Chevrolet blanco. Detrás del volante estaba José Del Carmen Gudiño Flores, un taxista que, sin saberlo, se dispuso a prestar su servicio a quienes más adelante se convirtieron en su asesino y su cómplice.
Ayer, Gudiño Flores, de 51 años, en lo que aparenta ser un intento por resguardarse y evitar que le robaran el vehículo, su herramienta de trabajo, giró para entrar al recinto de salud y el sujeto vestido con suéter amarillo y blanco que iba sentado detrás, al adivinar las intenciones, le disparó en la cabeza y huyó corriendo a toda prisa en dirección al sector El Ujano junto con la mujer delgada y morena que lo acompañaba.
Era aproximadamente la 1:30 de la tarde cuando se escuchó el ruido de dos detonaciones. Pero solo una le quitó la vida al taxista. Le entró en la región occipital derecha y salió en el pómulo. La herida fue letal, pues la primera reacción de los militares fue tomarle las pulsaciones, pero ya no había.
No tuvo, siquiera, tiempo de pedir auxilio a los efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) que se encontraban delante chequeando el vehículo del familiar de un paciente que iba a ingresar al hospital.
Los dos guardias de la GNB tampoco pudieron detener a los delincuentes, pues, dado a que el centro de salud está ubicado en una zona roja de la ciudad con barrios como Las Clavellinas y Tierra Negra cerca, los funcionarios asignados a la vigilancia están desprovistos de armas para evitar que algún grupo delictivo los ataque en masa y se las arrebate.
En la escena del homicidio, inspeccionada por los detectives de Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) no había conchas, por lo cual existe la posibilidad de que el arma usada sea un revólver. Señales de disparos, además de la del cuerpo, hallaron una en el tablero del carro.
La hipótesis de haberse rehusado a entregar sus pertenencias cobra mayor sentido tras la revisión hecha al cuerpo por los investigadores. En los bolsillos del pantalón gris que llevaba puesto el taxista tenía un celular táctil, la cartera con su documento de identificación y un manojo de llaves.
El de Gudiño Flores representa el segundo caso de profesionales del volante asesinados en la ciudad, en los últimos tres meses. Ambos han sido en la zona este. El más reciente, ocurrió en la entrada del Centro Comercial Arca, donde le quitaron la vida a un afiliado de la línea de ese complejo comercial.