Las declaraciones dadas por los sobrinos de la diputada y cónyugue del Presidente Nicolás Maduro, Cilia Flores, en el sentido de que nadie les revisaba sus equipajes en Maiquetía y, por lo tanto, podían utilizar ese terminal para el tráfico de drogas, deja en evidencia que el principal aeropuerto del país está en manos del narcotráfico.
El Dr. Rafael Narváez, ex parlamentario, abogado penalista y defensor de los derechos humanos desde hace treinta años, manifiesta que esas confesiones son muy graves.
A los usuarios de Maiquetía, que nada tienen que ver con el narcotráfico, les revisan todo lo que llevan o traen en sus maletas. Son sometidos a un tratamiento vejatorio.
Sin embargo, estamos presenciando una situación muy delicada con las declaraciones de esos individuos que fueron detenidos en Haití y trasladados a Nueva York, donde serán sometidos a juicio por intentar ingresar clandestinamente un alijo de drogas, según los servicios de investigación del gobierno estadounidense.
Es preocupante que tras esas dtenciones, nada haya informado el Ministerio Público y, en general, el Poder Judicial. Tampoco se han producido depuraciones en el personal que debe ejercer el férreo control de entrada y salida del aeropuerto.
El caso de un avión que transportó unas treinta maletas llenas de drogas a Francia y el de otro aparato detenido en México, que también transportaba cocaina, nos indican que existe una gran complicidad, que llama la atención en el mundo; pero, que nada importa en Venezuela, sobre todo a los organismos que están obligados a investigar y tomar medidas para que eso no siga sucediendo.
Igualmente es preocupante que en el exterior se hayan hecho señalamientos de la participación de invidividualidades militares que estarían incursionando en el tráfico de drogas.
Este es un hecho que amerita una profunda investigación por parte de las mismas autoridades castrenses.
Sin embargo, el asunto ha quedado sólo en las denuncias publicadas en los medios de comunicación social.
Está quedando en evidencia que Venezuela se ha convertido en un puente para el paso de droga hacia Europa y otras regiones del mundo; pero, lamentablemente, no se observa interés alguno en ponerle un freno a esa situación.