Cuando fueron seleccionados en el draft hace casi tres décadas, uno estaba en la mira de todos y el otro era un cero a la izquierda, tomado en la última ronda gracias a la recomendación de un influyente amigo de la familia.
Los Marineros de Seattle optaron por Ken Griffey Jr. como el número uno del draft de 1987. Un año después, los Dodgers de Los Angeles tomaron a Mike Piazza en la 62da, la selección número 1.390, apenas por encima de cinco otros jugadores.
Pese a los discrepantes niveles de expectativa, ambos dejaron improntas imborrables en el deporte, y el domingo serán exaltados al Salón de la Fama del Béisbol.
«Es increíblemente impactante», dijo Piazza, por lejos la selección más baja en la historia del draft con una placa en el museo de Cooperstown. «Todo este año ha sido de euforia para mí. Es un tremendo honor».
Poseedor de un talento natural para batear y defender en el jardín central, Griffey es el primer pelotero seleccionado como número uno del draft que entra al Salón de la Fama.
Cuando visitó Cooperstown a fines de mayo para una orientación, Griffey declinó recibir el recorrido habitual a los pabellones, al indicar que su deseo es estar acompañado por sus hijos al cruzar la entrada principal por primera vez.
«Quiero compartir el momento con ellos», dijo Griffey. «Es importante poder hacer eso junto a ellos, en vez de yo solo».
El acto de exaltación promete ser emotivo para Griffey. Su madre, Birdie, y padre, el ex astro de los Rojos Ken, son sobrevivientes de cáncer y fueron fundamentales en su ascenso al estrellato, y estarán en la celebración.
Griffey cumplió una trayectoria de 22 temporadas en las mayores con los Marineros, Rojos y los Medias Blancas de Chicago y recibió el respaldo récord de 99.32% en la última votación, una especie de reconocimiento a su imagen de jugador limpio en medio de la Era de la Esteroides. Trece veces seleccionado al Juego de Estrellas y 10 veces ganador del Guante de Oro, Griffey bateó 630 jonrones _el sexto de todos los tiempos_ y produjo 1.836 carreras.
También fue el Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 1997, impulsó al menos 100 carreras en ocho temporadas y ganó siete Bates de Plata. En la serie de división de 1995, se convirtió en apenas el segundo en la historia en conectar cinco jonrones en una misma serie de postemporada. Reggie Jackson, con los Yanquis en la Serie Mundial de 1977, fue el otro.
Entre 2001-04 promedió menos de 80 juegos por año debido a dolencias en las rodillas, tobillos, hombro y corva.
En plenitud en 2005, Griffey pegó 35 jonrones y fue premiado con el Regreso del Año. Dos temporadas después, tuvo su última buena campaña al conectar 30 jonrones y 93 impulsadas para ser elegido a su último Juego de Estrellas.
Para Piazza, la exaltación es la recompensa de su tesón.
Seleccionado en el draft luego por la recomendación de Tommy Lasorda, el manager miembro del Salón de la Fama, Piazza empezó mal. Tiró la toalla cuando estaba en las menores, pero lo intentó otra vez y perseveró al hacer el hacer el cambio de primera base a receptor y que sus colegas criticasen sus errores.
Cuando firmé con los Dodgers, sabía que iba a ser un camino tortuoso», dijo Piazza. «Entonces, estaba frustrado y decidí renunciar. Tuve la suerte que tenía a excelentes coaches y gente buena que me estimuló a regresar. No se entra solo al Salón de la Fama, hay que tener a mucha gente que te ayudó a lo largo de tu carrera».
Y Piazza dio con la tecla, bateando 52 jonrones en las menores hasta que los Dodgers le hicieron debutar en septiembre de 1992. Se fue de 3-3 en su primer juego y fue seleccionado como el ganador del Novato del Año la siguiente temporada al batear para .318 con 35 jonrones y 112 impulsadas.
Piazza disputó 16 temporadas con los Dodgers, los Marlins de Florida, los Mets de Nueva York, los Padres de San Diego y los Atléticos de Oakland. Acumuló 427 jonrones de por vida, incluyendo un récord de 396 como receptor. Doce veces seleccionado para al Juego de Estrellas, Piazza obtuvo 10 Bates de Plata y cuatro veces figuró dentro de los cinco primeros en la votación para el Jugador Más Valioso. Lo más impresionante es que Piazza, cuyo porcentaje de bateo de por vida fue de .308, registró seis campañas de por lo menos 30 jonrones, 100 impulsadas y .300 de promedio. Todos los otros cátchers en la historia de las mayores se combinan para solo nueve campañas de ese tipo.
Aunque los Dodgers le abrieron las puertas, Piazza se consolidó en Nueva York tras ser canjeado a los Mets en mayo de 1998. Pasó a ser un ídolo de la afición local al batear el jonrón que decidió la victoria en el primer juego en el Shea Stadium tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.
«La adaptación a Nueva York fue difícil para mí», reconoció Piazza. «Pero sabía que había un motivo por el cual me cambiaron para jugar ahí, y sabía que tenía que responder».