Ricardo Arispe, oriundo de Barquisimeto, comenzó su carrera como fotógrafo desde hace más de 10 años y el pasado 26 de abril lanzó su fotolibro enmarcado en los 30 años de la tragedia de Chernóbil (registrada el 26 de abril de 1986), por ser una fecha icónica.
El artista relata que el tema escogido es parte de una obsesión personal y de un viaje pendiente que lo conectaba con su línea de trabajo desde hace unos cuatro años, la cual es evaluar el impacto originado por los humanos. Considera que su labor siempre ha sido la fotografía documental.
Este jueves 21 de julio presentó por primera vez su trabajo fotográfico en la Galería de Arte Villalón de Barquisimeto. Fanáticos de la fotografía, estudiantes y profesionales se dirigieron a conocer de primera mano los testimonios del creador de uno de los fotolibros que más han marcado tendencia este año.
El nombre de la obra es en honor a dos de los cinco habitantes que aún se encuentran viviendo en la zona (ubicada en Ucrania) “Iván y María”. Cuenta con 60 imágenes que engloban la naturaleza muerta del recinto, el abandono de la ciudad, así como puntos clave que demuestran el deterioro ocasionado por la catástrofe radiactiva y retratos de los habitantes anteriormente mencionados.
Arispe expresó que su obra representa una búsqueda, pasando por todo el incidente de Chernóbil, con un discurso que integra el paisaje, la gente y la presencia del humano en todas partes aunque esté no este.
Detalló que quienes residen en la zona de exclusión llevan un estilo de vida habitual y se dedican a sembrar sus alimentos. En la región transitan eventualmente los obreros que trabajan en la construcción del sarcófago que resguarda la central nuclear.
A pesar de que el proyecto fue realizado con gran rapidez, porque la producción de las imágenes solo llevó dos semanas y el proyecto editorial alrededor de un mes, la mayor dificultad fue la logística. “Fue un reto adaptarse al clima, la cultura… y el viaje se puso cuesta arriba por todo el papeleo que implicaba, sin dejar de un lado el temor por la radiación”, indicó.
Dentro de toda la experiencia que Arispe vivió, lo que más llamó su atención fue la similitud que Venezuela puede tener con un país de la era postsoviética a pesar de que existen tantas diferencias teorías, pero el debacle político y social es evidente.
El artista relató que en su obra buscó transmitir la sensibilidad desde distintos puntos de vistas tanto desde el impacto que la sociedad ocasiona en el mundo, como un tributo hacia esas personas que están en Chernóbil siendo explotadas por el mundo.