-¿Tú sabías que el Che (Ernesto Guevara de La Serna) iba para Venezuela? -me preguntó Fidel Castro en aparte del VII Congreso de la Organización Internacional de Periodistas (OIP), en enero de 1971.
-Otra cosa hubiera sido -se respondió el mismo.
En efecto, el guerrillero argentino tenía escogida a nuestra patria para continuar su lucha revolucionara, que patrióticamente combatía la Fuerza Armada que hoy sustenta el régimen que lo proclama Precursor junto a Francisco de Miranda y Simón Bolívar. Pero en aquel entonces no encontró ambiente para su incursión aquí.
Cuando en 1966 Luben Petkoff, quien trató directamente con FC la invasión, le planteó al Che su incorporación. Antes él manifestó su decisión de venir, que se encontró con la negativa del Partido Comunista. Ante la nueva situación dijo que él quería comenzar en un país “que estuviera en cero y ya nosotros estábamos adelantados”. Lo cierto es que para la nueva fecha dicho partido se distanció del castrismo porque había decidido abandonar la lucha armada, en la cual seguían el líder fundador de la guerrilla Douglas Bravo y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
FC se apersonó en los preparativos de la invasión y estuvo a punto de “morir en combate” en la guerrilla, de acuerdo a relato que hizo LP en reportaje a Eleazar Díaz Rangel.
“Hay que montar un desembarco exactamente igual al que harán en Venezuela”.
En el simulacro, en una lancha conducida por FC fueron emboscados por un batallón de exterminadores de invasores contrarrevolucionarios, que en sus actuaciones no dejaban sobrevivientes.
¡Alto, quién vive!
El capitán Mario Bouza, quien hasta hacía poco estaba al servicio del batallón se identificó y les gritó: ¡No disparen, aquí va el Comandante Fidel!
Y como no le creyeron llamó por sus nombres a oficiales del Batallón. Entonces le ordenaron acercarse, brazos en alto. Así pudieron aclarar la situación.
Cumplido el entrenamiento, los expedicionarios salieron de La Habana LP y los 14 cubanos. Arribaron a Venezuela por las playas de Morrocoy, en el estado Falcón, el 24 de julio 1960 –hace 60 años- en la operación Simón Bolívar. De allí se dirigieron a las montañas donde se unieron a la guerrilla de Bravo.
De los isleños sobresalía Arnaldo Ochoa Sánchez.
En testimonio de Héctor Pérez Marcano, efectivo de la segunda y última invasión castrista en 1967, “llegará a convertirse en el general de más gloria y nombradía en la historia del ejército revolucionario cubano, héroe en Angola, en Sudáfrica y en Etiopía”.
En la guerrilla venezolana participó en 1967 en emboscadas de El Mortero, entre Sanare y El Blanquito de Lara, el 25/02, fueron muertos tres efectivos del Ejército y ocho heridos; y Cerro Atascadero, el 16/09, entre Yumare y Duaca, de Yaracuy, donde mataron a un oficial, a un suboficial e hirieron a dos soldados.
En 1988, fue ejecutado por tribunal de guerra que presidió Ulises Rosales del Toro, otro expedicionario de 1967. El mismo a quien AOS, según confesión propia le salvó la vida en la incursión guerrillera en Venezuela, “tuvo que cargar en sus espaldas por varios días… para evadir los cercos a que eran sometidos por el ejército”.
Se le vinculó a oficiales del Ministerio del Interior cubano para la realización de operaciones de narcotráfico con el Cartel de Medellín. El diario Granma, informó AOS y sus cómplices, transportaron seis toneladas de cocaína vía Cuba, recibiendo a cambio $ 3,4 millones.
Para mayor vergüenza nuestra, no es de extrañar que la invasión comentada sea revolucionariamente celebrada.
Al margen. Turismo por hambruna es la que provoca el militarismo que nos desgobierna. Solo por Táchira pasaron más de 100 mil en fin de semana por restringida frontera a Colombia.